PIENSO, LUEGO EXIJO

INTRODUCCIÓN
 
A los que no les gusta leer textos largos les ofrezco mis disculpas, pero es casi imposible decirlo en en un post.
 
Este artículo busca promover la reflexión de manera informal, sin perder de vista los fundamentos del tema que abordaré. Decido compartir esta reflexión impulsado por mi fe, por mi amor hacia México y por mis compatriotas. Propongo aspectos históricos de gran relevancia al mirar hacia el pasado con gratitud, analizar el presente con pasión y visualizar el futuro con esperanza. Vivimos en un México en el que hemos sido testigos de celebraciones, pero también de momentos de gran tristeza, como los ocurridos con las víctimas de sismos, de la pandemia, los desaparecidos y la irracional ola de violencia causada por el crimen organizado y desorganizado. Propongo aspectos históricos de gran relevancia al mirar hacia el pasado con gratitud, analizar el presente con pasión y visualizar el futuro con esperanza.
 
Los acontecimientos recientes en nuestro país nos han afectado de diversas formas; hemos observado, leído y escuchado todo tipo de reacciones, desde las exageradas hasta las que minimizan hechos de gobiernos anteriores, del actual y del futuro.
 
Probablemente estén familiarizados con esta expresión de René Descartes: “Cogito, ergo sum” (Pienso, luego existo).
 
Recientemente vi en una manifestación un cartel con la siguiente frase: “PIENSO, LUEGO EXIJO”. Esta frase refleja una sociedad que valora sus derechos pero olvida sus deberes y obligaciones. Nos encontramos ante una sociedad arrogante, ensimismada y convencida de que merece todo. Un claro ejemplo de esto son los hijos que exigen simplemente por existir, creyendo que su mera existencia les da derecho a todo. Esta actitud también se observa en niños, jóvenes y adultos, quienes no comprenden que la vida conlleva responsabilidades, deberes y obligaciones. Creer que solo se merece es una muestra de soberbia.
 
 
 
1.         NUESTROS ANCESTROS
 
Los códices son documentos antiguos representados en pictogramas que nos transmiten la experiencia de nuestros antepasados. Uno de estos códices es el códice Boturini, también conocido como Tira de la Peregrinación[1], que narra cómo los Aztecas, motivados por su dios Huitzilopochtli, abandonaron el mítico Aztlán. Durante su travesía, lucharon y, tras vencer, su dios les cambió el nombre a Mexicas. Su peregrinación duró casi 200 años y finalmente llegaron a las ciénagas donde encontraron la promesa del águila posada sobre un nopal, devorando una serpiente. Algunos códices posteriores alteraron este relato, mostrando al águila devorando una nave, reflejando el rechazo de los conquistadores hacia la serpiente como símbolo del mal.
 
Otro códice es el que narra la fundación de la gran Tenochtitlán por estas tribus mexicas, guiadas por su sacerdote Tenoch[2].
 
Por otro lado, deseo aclarar lo siguiente: Quetzalcóatl, conocido como la serpiente emplumada, se remonta a la cultura tolteca como el dios del viento, representado por las plumas y el movimiento ondulante de la serpiente. Su nombre completo es “Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl”. Esta importante deidad es mencionada en los Códices Florentino, Borgia, Vindobonensis, Nuttall, Tira de Tepechpan, Tovar y en los Primeros Memoriales.
 
Es importante notar que, en la mayoría de los códices que conocemos sobre el mito de Quetzalcóatl, él es representado con el color negro, como se hacía con los gobernantes y sacerdotes, simbolizando poder y comunión con la divinidad. Solo un códice lo presenta en color azul, y es muy raro que lo muestren en color blanco. Es probable que los misioneros interpretaran el color blanco para justificar la presencia de los españoles como una promesa de Quetzalcóatl, quien, según la leyenda, era un hombre blanco y barbado que regresaría. Hasta ahora, no hay ningún documento que sustente esa afirmación; esta interpretación podría ser un intento de legitimar la conquista política y espiritual de los españoles, inspirados en el Códice Ríos que menciona su promesa de volver. Esto es según Durán, Motolinia y Torquemada.
 
Esto contrasta con la descripción de fray Bernardino de Sahagún, quien escribió: “Este Quetzalcóatl, aunque fue hombre, lo consideraban un dios… Los atavíos con los que lo adoraban eran los siguientes: una mitra en la cabeza, con un penacho de plumas llamado quetzalli… la cara estaba teñida de negro, y todo el cuerpo también”[3].
 
Entiendo, aquí tienes una versión del texto mejorada para mayor claridad:
 
Además, las culturas expansivas como la Azteca, Maya e incluso la Inca, son de suma importancia por su sabiduría. No obstante, es evidente que no se han estudiado ni profundizado lo suficiente en ellas. La idea de que la cultura tolteca es la ‘cultura madre’ ha sido completamente superada en los círculos académicos[4].
Los mitos siempre transmiten verdades[5]. Es crucial que nos preguntemos si nuestras raíces más profundas se encuentran en esta realidad, ya sea simbolizada por el águila o la serpiente. ¿Estamos destinados a volar alto como el águila o a arrastrarnos como la serpiente?, la serpiente tiene veneno, su semilla es el odio, el rencor y la venganza. Quienes reciben su veneno creen que con el rencor van a recibir algo e insultan, calumnian y desacreditan a los que no piensan como ellos. ¿Quién puede vivir con rabia y odio?, es como aferrarse a un tizón ardiente y queriendo dañar al otro termina se daña a sí mismo.
Esto se refleja también en el mito de Quetzalcóatl, donde el quetzal es un ave de bello plumaje cuyo vuelo representa el espíritu humano y su capacidad para elevarse. En contraste, la serpiente es huidiza y se arrastra ante situaciones que ponen en peligro su vida o la de otros.
 
Debemos estar agradecidos con la cultura Mexica por su legado. Sin caer en anacronismos, es importante no juzgar ni exagerar lo que aún no hemos terminado de comprender por completo.
 
El mestizaje ha sido una parte fundamental de la historia desde la época prehispánica. Este mestizaje es étnico, cultural y religioso. Muchas enseñanzas de los primeros misioneros franciscanos y otros están impregnadas de la idiosincrasia del pueblo mexicano. Un claro ejemplo son las fiestas de los fieles difuntos, las posadas, la fiesta de la Candelaria, la Semana Santa y las fiestas patronales. Lo mismo ocurre con la velación de personas fallecidas y la famosa Catrina. Nadir que ingnore los códices podrá entender el acontecimiento guadalupano plamado en la tilma de Juan Diego, es un códice[6].
 
La Independencia de México, la Reforma y la Revolución Mexicana también contribuyeron a este rico mosaico de culturas y tradiciones que forman la identidad mexicana, las cuales incluso se reflejan en el genoma de los mexicanos. De lo cual trataré en otra ocasión, si es de su interés.
 
 
2.         MEXICANOS DE HOY
 
Hablar del México actual es referirse a cuatro generaciones que conviven: La Generación X, los Millennials, los Zilenials, y a partir del año 2000, la Generación Alfa. Estas generaciones incluyen a los nacidos en la postguerra, los nativos digitales y aquellos que ven el Metaverso como su referencia.
 
Muchos mexicanos han dejado de lado la gratitud hacia el pasado y el mérito de nuestros próceres, quienes lograron para nosotros los derechos y libertades de los que disfrutamos hoy. No se trata de un enfoque académico histórico, antropológico o sociológico, sino del deber de agradecer a quienes nos han permitido gozar de esta Madre Patria que tenemos actualmente.
 
La globalización tiende a desculturizar, uniformar mediante la mercadotecnia de la imagen y quitar la identidad a través de las modas. Sin embargo, también se puede identificar una globalización de la solidaridad y la subsidiariedad en fraternidad y sororidad, como lo demuestran organizaciones como Greenpeace y UNICEF.
 
 
3.         ¿EL FUTURO ES INCERTIDUMBRE?
 
Todos los cambios generan cierta inseguridad, incertidumbre y miedo. Nuestro mundo está experimentando transformaciones sin precedentes. Pronto tendremos acceso a la energía subatómica y al uso del grafeno; el metaverso y la inteligencia artificial serán eclipsados por lo que viene. Sin embargo, es fundamental cuestionarnos profundamente sobre lo que está sucediendo en el mundo: los países más ricos y los más pobres están siendo separados por una brecha cada vez mayor; la falta de acceso a tecnologías deja a los países en desarrollo en desventaja. Mientras más dependemos de lo artificial, más nos alejamos de lo natural, poniendo en riesgo la vida en nuestra “Casa Común”. Además, cada día existen más derechos basados en ideologías, muchas veces ignorando principios de ciencias como la biología, genética, epigenética, filosofía y teología, apartándonos del sentido común.
 
En México, enfrentamos un rezago en varios aspectos: económico, cultural, educativo, político, social y sanitario. Incluso existe un retraso en la educación y formación religiosa, la cual debería ser anunciada, celebrada conscientemente y vivida de manera comprometida.
 
Por favor, disculpen que enseguida cambie el tono de mi narración, agradezco su comprensión.
 
 
3.1. La Deuda Social y la Responsabilidad Familiar son un llamado a la conciencia colectiva en México
 
México, una nación rica en cultura y diversidad, enfrenta uno de sus mayores desafíos en la lucha contra la pobreza y la marginación de sus comunidades más vulnerables. La deuda social con los más pobres que son 52.4 millones de personas, los discriminados y especialmente con las comunidades indígenas, no puede ser ignorada. Esta deuda no es solo una cuestión económica o política; es una cuestión fundamentalmente moral y ética que demanda un urgente llamado a la acción.
 
Mi tesis: La verdadera autoridad y el cambio profundo en México deben surgir no solo de las esferas políticas y civiles, sino desde el núcleo de cada familia. Los padres y madres de familia deben asumir la responsabilidad de educar, amar y proveer a sus hijos, entendiendo que los derechos vienen acompañados de deberes y obligaciones. Esta conciencia de responsabilidad es la clave para una transformación social justa y equitativa que respete y dignifique a todos los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables.
 
 
3.2. La deuda Social y sus manifestaciones
 
En México, la pobreza y la marginación no son problemas nuevos, pero persisten de manera alarmante. Las comunidades indígenas, por ejemplo, han sufrido siglos de discriminación y explotación. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), más del 70% de la población indígena vive en condiciones de pobreza. Además, la marginación no se limita solo a aspectos económicos; también incluye el acceso limitado a la educación, la salud y la justicia.
 
 
 3.3. El rol de la familia en la Sociedad
 
La familia es la célula fundamental de la sociedad. En cada hogar, se siembran las semillas de los valores y principios que guiarán a los futuros ciudadanos. Los padres y madres tienen la autoridad y la responsabilidad de educar a sus hijos, no solo como un derecho, sino como un deber y una obligación. Enseñar a los hijos a ser conscientes de sus derechos debe ir de la mano con inculcarles el sentido de responsabilidad social y personal.
 
 
3.4. Derechos, Deberes y Obligaciones: Un trinomio inseparable
 
Es fundamental entender que los derechos, los deberes y las obligaciones son interdependientes. Los derechos son universales y deben ser garantizados para todos, independientemente de su origen étnico o condición social. Sin embargo, cada derecho trae consigo deberes hacia la comunidad y obligaciones personales. Por ejemplo, el derecho a la educación implica el deber de asistir a la escuela y la obligación de aprovechar y respetar el proceso educativo.
 
 
3.5. La conciencia colectiva y el compromiso social
 
Para que México progrese y salde su deuda social, es necesario que todos los ciudadanos tomen conciencia de sus responsabilidades. La sociedad debe dejar de centrarse en el individualismo y adoptar una perspectiva más comunitaria. Este cambio de mentalidad empieza en el hogar, con padres y madres que inculquen en sus hijos el valor de la solidaridad y la justicia social. Solo así podremos mirar más allá de nuestro propio ombligo y ver el sufrimiento y las necesidades de nuestros hermanos y hermanas.
 
 
CONCLUSIÓN
 
En conclusión, la deuda social de México con los más pobres y marginados exige mucho más que soluciones políticas o económicas. Requiere una transformación profunda en la conciencia colectiva, empezando por cada familia. Los padres y madres deben asumir su papel como educadores y proveedores, inculcando en sus hijos el respeto por los derechos humanos y el cumplimiento de los deberes y obligaciones. Solo a través de este compromiso integral, podemos aspirar a una sociedad más justa, equitativa y solidaria, donde todos los ciudadanos puedan vivir con dignidad y esperanza.
 
Al asumir esta responsabilidad compartida, México podrá avanzar hacia un futuro donde la pobreza y la marginación sean erradicadas, y donde todos, independientemente de su origen o condición, tengan la oportunidad de prosperar.
 
México es de todos, no es solo de los partidos políticos, no es solo de los líderes sociales, no es solo de los empresarios, no es solo de los religiosos. México es de todos, y todos tenemos derechos, deberes y obligaciones. Superemos esta nueva perspectiva egoísta de “ Pienso, luego exijo “, eso ha hecho que estemos sumidos en amargura, en frustración, en impotencia, en actitudes egocéntricas, en indiferencia e indolencia como ciudadanos y hermanos mexicanos para ver enemigos, contrincantes y adversarios.
 
Así es como nos damos cuenta que hay muchos líderes en defensa de los derechos, pero nos faltan auténticos testigos sobre el cumplimiento de los deberes y las obligaciones. Dice san Agustín: “La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano”[7].
 
Espero que haya despertado su interés, les haya motivado a profundizar y los impulsé a convertirse en ciudadanos mejor informados y educados que contribuyan al bien de esta maravillosa patria mexicana. Es fundamental formar líderes inspiradores y diversos para este país, que es un crisol de culturas que nunca deberíamos tratar de homogeneizar ni de digitalizar por completo.
 
Gracias por leerme y más agradezco si me retroalimentan. Bendiciones!
 
 
 
 
 
 
 
 
 

[1] Se encuentra en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, su pág web es  https://bibliotecadigital.inah.gob.mx/janium-bin/busqueda_rapida.pl?Id=20240619195348; cf Códice Mendoza, Disoibile en: https://www.codicemendoza.inah.gob.mx/inicio.php; TRABULSE, Elías (2019) Mapa de Siguenza, UNAM, Instituto de Investigaciones histórica, ISBN 968-36-8273-1. Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/376/muj
 
[2] Códice Mendoza o Mendocino. Diponible en: https://www.codicemendoza.inah.gob.mx/inicio.php
 
[3] Sahagún, fray Bernardino de (2002). Historia general de las cosas de Nueva España. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Cien de México.
[4] Dupey García, Élodie (2014/2015). “The materiality of color in the body ornamentation of Aztec gods”. Res 65/66; cf. VILLEGAS, Pascale (2012).  “Las relaciones entre los aztecas y los mayas”, Editorial Académica Española, pp 100-120.
[5]Sahagún, fray Bernardino de Códices matritenses de la Real Biblioteca (Madrid), 303 folios numerados de la DG036627 a la DG037244, 617 imágenes.
 
[6] Tilma de Juan Diego, un códice indígena, disponible en: https://www.rfi.fr/es/ciencia/20171229-la-imagen-de-la-virgen-de-guadalupe-es-un-codice-interpretado-por-los-mexicas-de-la
 
[7] San Agustín. De vera religione III, 220; III, 217; III, 239.