La mujer en México

Por: Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

Como cada año, el próximo viernes 8 de marzo se celebrará el Día Internacional de la Mujer, día que se celebra algo más que haber nacido dentro del género femenino. No, no es así: en sus orígenes, el Día Internacional de la Mujer comenzó como un día de lucha y reconocimiento a todas aquellas que lucharon, y luchan, por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

A Clara Eissner, mejor conocida como Clara ZetKin, dirigente comunista alemana, muy cercana siempre al feminismo, al socialismo y al comunismo, le debemos haber instaurado un día en homenaje a las mujeres obreras que habían dado su vida para exigir mejores condiciones laborales. La propuesta la hizo en 1910, durante el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, realizado en Copenhague, capital de Dinamarca. Ahí nació el Día Internacional de la Mujer, pero no nació como un movimiento separado de los varones, sino que Clara Zetkin, líder proletaria y miembro del Partido Comunista Alemán, tenía muy claro que “la mujer proletaria debe luchar mano a mano con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista”, que es la causante de todos los males de las mujeres, pero también de los hombres.

            Sinceramente reconozco a todas aquellas mujeres que lucharon, y luchan, por la igualdad de los géneros en tanto que todos somos seres humanos y como tales debemos tratarnos con respeto e igualdad y unirnos para luchar por una patria mas justa y próspera para todos.

Tanto hombres como mujeres, y el género no binario –como se autocalifican miles–, estamos obligados a unirnos porque todos somos víctimas de la desigualdad y maltrato del régimen capitalista, el cual nos obliga a vivir divididos para que no nos demos cuenta que todos somos explotados, vejados y humillados por el cruel y despiadado sistema dividido en clases, que nos obliga a habitar viviendas inhumanas, sin un techo seguro y sin servicios básicos; a sobrevivir con un salario raquitico debido a que la riqueza que los trabajadores producen –en fábricas, oficinas, escuelas, hospitales, y en todo lugar en donde haya trabajo asalariado–, se queda en las manos de los dueños de las máquinas y todos los medios de producción, sin importar que quienes producen esa riqueza son las manos, el cerebro y músculos de los trabajadores.

La sociedad patriarcal que se generó hace miles de años, y que fue adoptada por el inhumano capitalismo, maltrata más a la mujer que a los hombres. Y es que luego de miles de años en que las mujeres tuvieron el control de las tribus y gens y, por tanto, en donde privaba el derecho materno, este fue mermándose porque en la sociedad sedentaria empezaron a generarse excedentes, riqueza, la cual “… le dio al hombre una posición más importante que a la mujer en la familia…” lo cual derivó en la abolición del derecho materno, de acuerdo a los estudios que realizaron Lewis Henry Morgan y Federico Engels, publicados en la obra de este último intitulada “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”.

“El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa, la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer (…) ha sido gradualmente retocada, disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos abolida.” (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, <en relación con las investigaciones de L. H. Morgan>, Ed, Progreso).

Federico Engels escribió ese libro entre marzo y mayo de 1884. Desde entonces la condición de la mujer ha ido a la baja, al grado que ahora muchos hombres se sienten con derecho a maltratar y hasta a matar a las mujeres, sin importarles que ellas sean el sostén de sus familias o, simplemente, sin importarles que son seres humanos. Nada los detiene y, desgraciadamente, los gobiernos, que están obligados a garantizar la seguridad de la gente, no hacen nada para remediar esa situación. Es más, tal parece que se alegran por la suerte de ellas.

En México, la violencia feminicida es uno de los graves problemas del gobierno que López Obrador dejará en unos meses. Según datos publicados el 1 de noviembre de 2023 por el portal Infobae, más de 4,500 mujeres fueron víctimas de feminicidio, a las que hay que sumar las mujeres, niñas y adolescentes desaparecidas o no localizadas durante el último mes del 2023 y los dos primeros del 2024.

El gobierno de López Obrador ha sido el más violento para mujeres en la historia reciente, las crecientes manifestaciones de protesta por parte de las mujeres para que el gobierno federal frene la violencia de género –las cuales ya no sólo se realizan el Día interncional de la mujer (8 de marzo) o el día de no violencia contra la mujer (25 de noviembre), no han parado ese fenómeno que no solo afecta a mujeres, sino a madres, padres, hijos, hermanos, familiares y amigos.

La incorporación de la mujer al mercado laboral, la cual en México se aceleró a partir de la década de los 70, trajo la manifestación de desigualdades con respecto a los varones, pues en pleno siglo XXI siguen percibiendo salarios menores a aquellos a pesar de que muchas veces cubren jornadas de trabajo más largas con tal de percibir más dinero: en promedio, ellas ganan 87 pesos por cada 100 que gana un hombre.

La desigualdad también se vive al interior de los hogares pues, a pesar de que tanto hombres como mujeres trabajan día a día, ellas están obligadas a realizar el 73 por ciento de los trabajos domésticos y ellos sólo el 27 por ciento. Como dijo Engels, en muchos casos la mujer es “la sirvienta del esposo e hijos”.

Si analizáramos todos los aspectos en que la mujer participa, la conclusión sería que la mujer siempre sale perdiendo con respecto al sexo masculino, pues así está diseñada esta sociedad patriarcal y dividida en clases en que vivimos, pero que no estamos condenadas a vivirla para siempre. El remedio está en la construcción de un modo de producción que no esté dividido en clase, para que al fin todos los seres humanos seamos tratados como tales, sin diferencia alguna por el género en que nacimos.

A seguir luchando mujeres. Junto con los hombres protestemos por las injusticias que genera el sistema capitalista y, sobre todo, luchemos en contra de ellas, así como lo han hecho los luchadores sociales que han construido sociedades más humanas e igualitarias. Para ello, necesitamos construir un partido de los trabajadores que realmente represente los intereses proletarios.

Por lo pronto, pensemos bien a quién le daremos nuestro voto el próximo año 2 de junio en que elegiremos nuevo presidente de México, quien no ha hecho nada por cambiar la situación de la mujer en México y sí, en cambio, ha dejado que se incrementen los feminicidios. Ni las mujeres ni los hombres mexicanos merecemos seguir viviendo como hasta ahora.

            Desde este espacio, envío mi más sincero reconocimiento a todas las camaradas que han hecho de la lucha su manera de alcanzar la felicidad en esta sociedad desigual.

Asimismo, repito el llamado que año con año hace el dirigente nacional de Antorcha, Aquiles Córdova Morán, quien todos los días de su vida ha reivindicado y respetado los derechos de las mujeres: “mujeres de México, en Antorcha tienen un lugar en donde no sólo se les respetará y se les ayudará a desarrollar sus talentos, sino en donde se les brinda un espacio para luchar en contra de las injusticias que genera una sociedad dividida en clases”.