La tragedia que nos une

Acapulco, Acapulco, Acapulco, frente a la devastación que vive tras el paso del huracán “Otis”, no hay un tema más relevante o que merezca mayor atención. La prioridad es el Estado de Guerrero y su gente, pues las imágenes, videos y testimonios, dejaron ver la furia de la naturaleza, el nivel de desgracia que se vive, pero también el protagonismo y la bajeza de otros.

A nivel internacional, este infortunio nos volvió noticia, pasamos de ser espectadores de postales desoladoras en medio oriente, a ser los protagonistas de nuestra propia tragedia —guardando las debidas proporciones—, un episodio que nos tomó por sorpresa, un fenómeno natural sin precedente que los científicos no pueden explicar y que nos tiene totalmente desconcertados, sin saber a ciencia cierta que pasó, y con la zozobra de que algo similar pueda volver a ocurrir.

El número de damnificados aún se desconoce, pero con la información que se tiene, sabemos que no solo Acapulco nos va a necesitar, pues si bien la atención se ha centrado en este punto por ser una de las zonas más golpeadas y lugar turístico, no olvidemos otros municipios como: Chilpancingo de los Bravos, General Heliodoro Castillo, San Miguel Totolapan, Ajuchitlán del Progreso, Petatlán, San Marcos, Técpan de Galeana, Atoyac de Álvarez, Benito Juárez, Coyuca de Benítez y Xaltianguis, entre otros.

Los rostros de tristeza y angustia hablan por sí solos, personas que perdieron sus bienes materiales en apenas un par de horas, pero eso no es lo más difícil, algunos perdieron familiares y otros, siguen en la búsqueda de los mismos.

Tomemos esto con calma, analicemos la situación y no perdamos la perspectiva de este fenómeno que cruzó el Estado de Guerrero con vientos máximos sostenidos de 265 kilómetros por hora. De acuerdo con el Centro Meteorológico Especializado de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se considera que un huracán se intensifica de forma rápida cuando los vientos aumentan su velocidad a 55 kilómetros por hora en 24 horas, en este caso, la violencia de “Otis” fue inesperada, pues escaló de tormenta tropical a huracán de categoría 5 (la más alta), en menos de 12 horas.

Ahora bien, que nadie se confunda, esto no es un tema de agenda política, cualquier gobierno tiene la obligación y la responsabilidad de ayudar en tragedias de esta magnitud, primero; con las necesidades inmediatas de alimentación y resguardo, y de manera posterior; en labores de reconstrucción.

Para quienes estén esperando que la cifra de fallecidos incremente para hacer reproches al gobierno, más ayudarían manteniéndose al margen. En una situación así, nadie, de ningún color de partido debe tomar esto como instrumento de golpeteo, por empatía y solidaridad, lo más pertinente es guardar su resentimiento y odio para otro momento, pero por favor, ahora no.

Si realmente se desea apoyar, comportémonos a la altura, tratemos de mostrar un mínimo de respeto, piensen que para quienes tenemos un techo y comida, el apoyo no vendrá de publicaciones “ponzoñosas”, estemos pendientes de lo que sucede con todos los damnificados y demos seguimiento al tema de la reconstrucción para que esta, se lleve a cabo lo más pronto posible y no pasemos una vez más por experiencias donde la ayuda que se brinda no llega a su destino, o es vilmente capitalizada por figuras políticas y públicas para promover su imagen (lo cual ya sucedió), y la reconstrucción nunca concluye, pero el dinero se acaba.

Quien realmente quiere apoyar no está pensando en grabarse o sacarse fotos y compartir en redes sociales para que el mundo se entere cual generoso o generosa es, pues comprende que en una situación así, es lo que corresponde; apoyar de forma desinteresada, alejados de los reflectores y del oportunismo, por los canales y vías que se tienen habilitados y punto.

México es un país solidario, eso no está a discusión, el tema es que la solidaridad de los mexicanos parece tener fecha de caducidad. Hoy, una gran parte de la población desea apoyar, lo cual se agradece, pero ojalá que se ánimo siga presente dos o tres meses después, o bien, el tiempo que sea necesario, pues cuanto les puede durar una despensa de las que actualmente se reparten, considerando familias de 4 o más integrantes, en realidad muy poco.

Después de este desastre natural, no podemos seguir como si nada pasara, el planeta está haciendo llamados cada vez más fuertes sobre el daño y la devastación que hemos causado. Por parte de la comunidad científica, se ha señalado la necesidad de revisar si la información que se tenía para alimentar los modelos era adecuada, o cabe la posibilidad de que exista alguna cuestión que se desconozca y este huracán exponga, ya que con base en lo que se conoce y desde la visión de la ciencia, “Otis” representa un evento anómalo. Como muestra de lo anterior, Tomer Burg, científico de la atmósfera, mostró un gráfico sobre cómo los modelos globales y de huracanes no detectaron la intensidad de esta tormenta que terminó en huracán.

La luz saldrá nuevamente para Guerrero, todas y todos los afectados merecen un nuevo comienzo, por ello, tenemos que pensar en las víctimas y en acciones que marquen la diferencia en lo que hoy están viviendo, hagamos una tregua de ataques verbales, pues en pocos días ha sido indignante escuchar y leer comentarios que no ayudan en nada en medio de la tragedia.

No se dejen sumar a esa oleada de desinformación tanto de medios de comunicación como de ciudadanos. Los afectados no ganan nada con ese tipo de conversaciones y por el contrario, al pasar del tiempo, cuando se enteren como es que algunos manejaron el tema, probablemente lamentarán que se haya intentado sacar provecho con un episodio tan complicado como el que vivieron.

Sigamos apoyando en la medida de nuestras posibilidades, pues habrá quienes pueden donar despensa, otros que pueden ser voluntarios en los centros de acopio, y algunos que desde donde estén, pedirán de manera sincera que esto pase pronto, pero todos, absolutamente todos podemos hacer algo. No permitan que temas políticos y diferencias de otro tipo nos anestesien, nos nublen la visión y la razón. Esta desgracia también es nuestra, no seamos inhumanos y tampoco indiferentes.