EL ESCUDO DE TODOS

“Aquí me pongo a contar, motivos de un sentimiento que no se puede explicar”. Con esta gran verdad comienza el himno del Centenario del Atleti, pero es que sólo los que entendemos esta forma de vivir sabemos de lo que hablamos. Es, una de nuestras premisas, que nunca hay que dejar de creer y que hay que luchar como hermanos, por eso, la vuelta a nuestro verdadero escudo es el mejor regalo que los rojiblancos podemos tener, precisamente, por el 120 aniversario de nuestro equipo.

Un símbolo que vuelve al año que viene y que, sinceramente, nunca se tuvo que ir. Quizás, la polémica se pudo haber evitado con una votación como la que se ha hecho ahora. Es cierto que el tiempo pasa y las cosas van cambiando, pero esto no se puede aplicar a todo. Los sentimientos tienen sus propias reglas porque las dicta el corazón. El escudo antiguo es nuestra vida, nos representa y en él hay muchos recuerdos inolvidables. Estoy convencida de que todos podemos mirar la grada del tercer anfiteatro del Metropolitano e imaginarnos la sonrisa de quienes ya nos están derrochando esa felicidad por recuperar aquello que era nuestro.

Y tan nuestro que es un triunfo que la afición ha valorado y celebrado como una gran victoria. No es para menos. Confieso, y los que me conocen bien lo saben, que nunca me gustó que giraran al oso. No tengo un explicación clara que dar, simplemente, que si el cambio ya me chocó, lo del oso me impactó porque no le encuentro sentido. Afortunadamente, ahora va a volver todo a la normalidad. Mi escudo es el escudo con el que aprendí lo que es ser del Atleti. En él hay una historia personal escrita de mi puño y letra. Hay recuerdos de todo tipo, pero los más emotivos consiguen que se pongan los ojos vidriosos. Por ejemplo, durante la experiencia más dura de mi vida, anhelaba volver al Vicente Calderón “con mi papá de la mano” como canta Sabina y ver a mi Atleti. Recuerdo que lloré y besé ese escudo al que también me aferré en las distintas habitaciones del hospital. Aquel sueño se cumplió y mi papá y yo entramos en nuestra casa rojiblanca sabiendo que habíamos ganado un “partido” complicado y una de las fiestas tenía que ser al lado del Manzanares.

“El escudo no se toca” llevaba gritando la afición muchos años. Y no se debe de tocar porque está tatuado en nuestra piel y en nuestro corazón. Y si se toca, no puede ser sin permiso y sin una causa justificada. Afortunadamente, el coraje y corazón que también nos abandera nos ha acompañado hasta conseguir una votación vinculante. Nos puede costar un fichaje, pero ganamos más de lo que perdemos. Estoy convencida de ello. Los colchoneros hemos dado una lección de constancia. Dijo Simeone: “Si se cree y se trabaja, se puede”. Pues dicho y hecho. Nadie ha olvidado a Luis Aragonés afirmando: “ Y usted no pise ese escudo”.

En definitiva, un escudo que es una segunda piel, un escudo que nos saca sonrisas, un escudo que es nuestra seña de identidad, un escudo que nos une y no nos separa… Un escudo que está devuelta y nos llena de felicidad. Y esto es lo más importante. La cuenta atrás ha comenzado y su bienvenida será como se merece. ¡Aúpa Atleti!