Jugando con la salud

Viernes 28 de abril, la atención de la mayoría de los mexicanos estaba puesta en el mega puente de mayo y los senadores haciendo de las suyas aprobando en tiempo récord, sin intervenciones, sin discusión y participación de los legisladores de la oposición (no asistieron), el menú reformista integrado por 20 iniciativas donde quiero destacar la transferencia de las funciones del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) al sistema IMSS-Bienestar.

El sistema de salud es un indicador fundamental para el desarrollo de un país; su organización y funcionamiento son primordiales para la calidad de vida de la población, pero en México  no se dimensiona, o por lo menos es la lectura que se puede tener a la luz de tantos cambios: De Seguro Popular a INSABI y ahora, IMSS- Bienestar, pero la atención en consultas, el abasto de medicamentos, la falta de equipo, material, médicos, enfermeras y enfermeros sigue siendo insuficiente, lo que representa un verdadero dolor de cabeza para quienes acuden.

Sin embargo, una vez más lo volvieron a hacer, la promesa de salud universal y un sistema de atención de calidad seguirá sin cumplirse, tanto PAN, como PRI y ahora Morena, han demostrado su falta de tenacidad para abordar este asunto y ningún gobierno lo ha podido resolver conforme a las promesas gubernamentales, y justo ahora es legítimo preguntarse si traspasar la propuesta fallida del INSABI al histórico IMSS- Bienestar, solucionará el problema en materia de salud.

Refresquemos un poco la memoria para recordar cómo es que los gobernantes han olvidado que lo que está sobre la mesa es la vida de las personas y una atención médica tardía o la ausencia de un medicamento, puede implicar la muerte de miles de seres humanos. Partamos del Seguro Popular (SP) que entró en funcionamiento en 2004, era un esquema de aseguramiento público en salud a través de afiliación voluntaria, dirigido a la población que no contaba con seguridad social vía una relación laboral. La incorporación al SP tenía una vigencia de tres años. No obstante, a la llegada de López Obrador, el discurso estableció que “ni era seguro ni era popular”.

Por lo anterior, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) fue creado el 29 de noviembre de 2019, con el mismo objetivo que hoy tiene el IMSS-Bienestar: dotar de servicios de salud y medicamentos gratuitos a la población del país que careciera de seguridad social.  Al igual que hoy sucede con el IMSS Bienestar, el INSABI buscaba absorber las atribuciones de un programa anterior, en este caso del Seguro Popular (programa creado durante el sexenio de Vicente Fox), pero ahora resulta que no funcionó y de un momento a otro lo desaparecen.

El secretario de salud — Jorge Alcocer — comentó que “el organismo cumplió la labor encomendada (¿Cuál?) y su ciclo terminó, lo que no se debe interpretar como fracaso”, pero lo es. Como parte de un ejercicio de honestidad y por la trascendencia del tema, lo mínimo que pueden hacer es asumir esta decisión y enfrentar los señalamientos, aunque la autocrítica no es una cualidad que esté presente dentro de la clase política.

En este contexto, vayamos a los orígenes del IMSS-Bienestar, los cuales se remontan a 1973, cuando se modificó la Ley del Seguro Social para facultar al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a extender su acción a población sin capacidad contributiva, de extrema pobreza y de profunda marginación, desde entonces, ha operado con distintas modalidades y nombres, algo en lo que somos expertos en México; cambiar el nombre de las instituciones y pensar que con eso se resuelve todo.

Falta de diagnóstico, planeación, voluntad, sensibilidad y un poco de cordura es de lo que adolecen nuestros legisladores (no todos) para analizar y votar estos temas. “Nuestros representantes” causan vergüenza, pero también enfado, pues los sueldos que se les paga no son para que vayan a la cámara de diputados y senadores a levantar la mano sin saber que están aprobando, o bien, hacer un circo con acciones que en nada contribuyen a la construcción de un mejor país.

Nuestros legisladores pueden pagar atención médica en México o en otro país, que importa el servicio de salud del grueso de la población, de aquellos que realmente lo necesitan y son quienes se levantan a las 4 de la mañana para ir a formarse y obtener una ficha para una consulta. De igual manera, están aquellos que acuden una, y otra, y otra vez a las farmacias de las diferentes instituciones de salud con la esperanza de surtir su receta.

El sistema de salud con el que se cuenta es totalmente injusto e inequitativo, y de fracaso en fracaso las estadísticas de personas que ven deteriorada su calidad de vida al no contar con un buen sistema de salud aumentan. Las omisiones y negligencias no permiten transitar a un sistema de salud público donde todos los sectores de la sociedad estén protegidos y “salud pública” se traduzca en hospitales de primera calidad, personal médico más entrenado, disponibilidad de medicamentos, tratamientos y mayor difusión de medidas preventivas.

Esto, también es una lección para los ciudadanos, para darnos cuenta a quien le damos el voto y en manos de quien dejamos nuestro futuro. Por ahora no queda más que esperar, y por el bien de las mayorías desear que esto funcione, pues con salud tenemos todo, pero sin salud no tenemos nada.