EL VALLE DEPORTIVO

“Nuestra existencia humana está tan implicada en un destino colectivo que nuestra propia vida no puede ganar su sentido si no es participando en la historia de las colectividades a las cuales pertenecemos” Paul- Louis Landsberg.

Que desgastante y desagradable escenario tenemos en el deporte mexicano en general, porque, mientras algunos deportistas y/o atletas asisten a competencias de corte mundial y cosechan grandes resultados conquistando medallas y títulos, como el fin de semana anterior, donde las ciclistas: la sinaloense Daniela Gaxiola, la sudcaliforniana Yuli Verdugo y la jalisciense Jessica Salazar, compitieron en la prueba de velocidad por equipos en la gran final disputada en Milton, Canadá, adjudicándose un oro histórico; también, el caso del equipo nacional femenil de arco recurvo, conformado por Aída Román Arroyo, Alejandra Valencia Trujillo y Ángela Ruiz Rosales, que también ganaron la medalla de oro en la primera fecha del serial de Copas del Mundo 2023. Y para este cierre de abril, los ejemplos de Alegna González, quien ganó el bronce en el II Gran Premio Internacional Finetwork Madrid Marcha, en los 10 kilómetros con un tiempo de 43:35 minutos; el de Mariana Arceo y Manuel Padilla -mexiquense, por cierto-, que consiguen plata en Copa del Mundo de Pentatlón Moderno Budapest 2023 y, finalmente, Luisa Daniela Baca Vargas quien se agenció la medalla de oro en la Copa Panamericana y Campeonato Sudamericano de Triatlón Lima 2023; y con ello sumar puntos en el ranking mundial. Ah, y para cerrar con broche de oro, la primera posición en el medallero de México en el Grand Prix de Paratletismo, celebrado en Xalapa, cuya esencia tuvo que la inclusión es principal en el tema paralímpico, abrir espacios de accesibilidad, minimizar barreras dar alcance; este deja en Xalapa un mensaje de inclusión y trabajo de cultura hacia las personas con discapacidad”

Sin embargo, existen otros tantos casos -como lo he venido señalando insistentemente -que simplemente parece que no son del agrado de “alguna autoridad” que otorga estímulos, becas o apoyos -cómo gusten llamarles- y que, por dicha situación precaria e inaudita, tienen que hacer hasta lo imposible por reunir una “lana” para costear viajes, alimentación, hospedaje, médicos y más. Estamos en el país de las atrocidades y en el que todo lo que ocurre es una bajeza y sinvergüenzada de quienes se han dedicado a saquear al deporte a su antojo, a costa de quién y lo que sea y esto ha repercutido tanto en el tejido social que resulta de pronto más amarillista lo que se niega y se ve, que lo rojo con lo que se azora en cada una de las disciplinas deportivas. Ciertamente esto se fue volviendo de una simple bolita de nieve a lo que hoy es una avalancha que está por denostar el rumbo del deporte en México durante -por lo menos- la próxima década. Estos ejemplos -infortunadamente- nos muestran claramente que la baraja ya estaba repartida desde antes. Empezamos por jugar y mal, o en el mejor de los casos, por participar, pero ignoramos qué es un juego y/o una competencia, porque nadie o casi nadie -mejor dicho- lo ha enseñado tal cual podría ser su naturaleza. Iracundamente se van descubriendo las reglas solamente al jugar y/o intervenir en una competencia, previa introducción y preparación soez, que no permite avanzar más allá de lo que somos. ¿Qué hacer? Esa pregunta, tan vieja como el mundo, es de actualidad, como siempre, más que nunca, tanto para nuestro país sacudido por la violencia criminal y dividido por las pasiones políticas, como para el mundo interconectado y globalizado, afectado, por pobreza, racismo, economía, etc., y encima en el deporte. Es entonces cuando hay que sacudirse la malaria y reunir a quien y quienes desean el cambio verdadero, el que perdura y que abre puertas que sellaron con cinceladas de odio y corrupción, con desgastantes e inhumanos tratos, con pensadores y creadores, alejando a los desalmados ignorantes en el poder, revitalizando cada espacio, sitio, lugar y sección de entrega deportiva, añadiendo la fortaleza educativa y de salud necesaria para ejercer en pleno el derecho constitucional al deporte como tal.

Así pues, en el marco del centenario del Comité Olímpico Mexicano, a través de su titular, María José Alcalá, se expuso y sugiere un irrestricto, leal, pulcro y honesto apoyo a los atletas del país que tienen como objetivo conseguir la clasificación a los Juegos Olímpicos, mediante -un pensante y necesario- fideicomiso privado donde empresarios podrán aportar dinero que será destinado por completo a la preparación de los deportistas, INTELIGENCIA DEPORTIVA, yo así lo defino y cómo no sostenerlo porque con la participación, no solo altruista, sino eficaz y de manera directa, los empresarios serán quienes cuiden el manejo de dicho fideicomiso ya que existirá una cuenta especial y no será ninguna cuenta bancaria del COM, habrá un comité técnico deportivo que pueda ayudar a tomar decisiones a los empresarios y será del uso exclusivo para el deporte olímpico, por lo que todo aquel atleta y/o deportista que tengan necesidad de clasificarse, valdrá para que puedan cubrir su ciclo olímpico y (competir) en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y más. Cierro. En la medida en que vivimos en plena conciencia de participación personal, colectiva, grupal, sin mezquindad, ni lamentos, sin limosnas ni migajas, estoy convencido de que todos los que amamos el deporte en general, realizaremos una presencia histórica esencial en el rescate, recategorización, reposicionamiento de la más bella arista que un ser humano puede tener: el deporte para la humanización de todas las consecuencias que tiene tal concepción. El compromiso es inmenso, pero sin él, el deporte podría seguir quedando entregado a las fuerzas más ciegas y destructivas que no entienden o simplemente se les olvidó que la historia de nuestro tiempo es solidarizarnos, identificarnos a un frente común a causa. Somos seres pasionales y emocionales, antes que cerebrales. No hay que olvidarlo…

Pásenla bien!!!