La vida de los migrantes también cuenta

El problema no fue el incendio del pasado 27 de marzo en una “estación migratoria” de Ciudad Juárez —una cárcel define de mejor manera estos lugares— donde 40 personas han perdido la vida y otras tantas siguen hospitalizadas, el verdadero problema es la fallida política migratoria entre México y Estados Unidos, una problemática binacional que se niegan a reconocer y se limitan a abordar en épocas de campaña y cuando suceden este tipo de tragedias.

Lo acontecido en Ciudad Juárez se pudo evitar, pero al final, es consecuencia directa de un sistema que criminaliza a los migrantes y de políticas migratorias que no entienden que la mayoría de las personas que abandona su país, su familia y todo lo que tienen para intentar llegar a Estados Unidos, no lo hacen por gusto sino por necesidad, en busca de mejores oportunidades a sabiendas de que pueden morir en el intento.

Este cumulo de tragedias migratorias acontecidas durante el actual sexenio de López Obrador, da cuenta de la desatención en la materia, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Hasta cuándo? ¿Cuántas vidas hacen falta? ¿Cuántas tragedias más tienen que pasar para que el Estado Mexicano reconozca que su política migratoria es de muerte?

Como región; México y Estados Unidos han fracasado al no contar con una política pública que atienda los intereses de los migrantes y que ponga los derechos humanos al centro, pues el trato que reciben es inhumano. De acuerdo con algunas versiones, las personas detenidas en la estación migratoria estaban pidiendo agua, pues en todo el día no se les había ofrecido, y de otro tipo de alimentos mejor ni hablar.

La vida de los migrantes también cuenta, ellos y ellas no son ilegales —sus cruces pueden ser clandestinos— no contar con papeles que acrediten su identidad los coloca en una situación de vulnerabilidad, pero no tienen que ser tratados como si cometieran un delito, porque cuando se habla de ilegales, en el imaginario social se asocia con delincuencia, por ello la importancia de modificar el discurso.

Hoy, nos escandalizamos con 40 muertes, pero que pasa con las anteriores, llegó el momento de exigir al gobierno que esto se detenga. En el escalafón social y humano, los migrantes parecen ser los últimos, personas olvidadas por la sociedad y por los países, son vidas que no se cuentan y tampoco se lloran, muchos mueren al caer del tren o peor aún, al ser arrollados por el mismo y no se vuelve a saber de ellos. No son de aquí pero tampoco de allá, personas que no tienen nombre e identidad y de las cuales no se tiene un registro para conocer cuántos fallecen diariamente. Se habla de una posible desaparición del Instituto Nacional de Migración (INM), pero esa no es la solución, como tampoco lo será remover funcionarios, es necesario que asuman su responsabilidad y que rindan cuentas por lo ocurrido, pero el problema es estructural.

Lo que pasó no es un hecho aislado, y aunque este gobierno en su discurso señala que hay apoyo a los migrantes y es un tema prioritario, a ciencia cierta no se sabe cómo es que esos buenos deseos se materializan. México no puede ser considerado un “país seguro”, las personas migrantes se encuentran ante un riesgo latente por parte de grupos criminales, de funcionarios de los tres niveles de gobierno y de la sociedad en general quienes los discriminan, y más allá de ayudarlos, buscan la manera de sacarlos de nuestro país.

Lo más curioso es que se les olvida que existen millones de mexicanos en Estados Unidos y muchos de ellos llegaron y permanecen como migrantes, no obstante, gracias a sus remesas familias mexicanas han logrado salir adelante, entonces, ¿Cuál es el problema? Tal vez la incongruencia y la hipocresía al defender la migración de los nuestros y pedir un trato justo, pero hacer todo lo contrario con aquellos que tiene como país de paso o de tránsito a México.

Así como a Calderón se le puede reprochar su absurda “guerra contra el narcotráfico”, y a Peña Nieto “los 43 de Ayotzinapa”, a López Obrador puede ser el tema migratorio. Él prometió que sería distinto. No se esperaba que con su llegada todo iba a cambiar. El tema ha sido abandonado por décadas, pero la situación no es igual que antes, ahora es peor y tenemos derecho a exigir y también a reprochar al actual gobierno. El tema migratorio se ha convertido en tierra de nadie y lo que nos urge es más estrategia y menos politiquería.