Cuenta regresiva

Un año y seis meses es lo que falta aproximadamente para que Andrés Manuel López Obrador deje el cargo. El sexenio de AMLO termina el 30 de septiembre de 2024, es decir, dos meses antes de que cumpla seis años en la presidencia como resultado de la reforma político electoral del 2014 —la cual modificó el artículo 83— que establece lo siguiente: “el presidente entrará a ejercer su encargo el 1º de octubre y durará en él seis años”. Con esta modificación —a partir del 2024— el presidente que resulte ganador de las elecciones no tomará el poder hasta el 1 de diciembre, como se acostumbró desde 1934, sino que ahora asumirán la presidencia el 1 de octubre.

En un par de meses AMLO estará cumpliendo su 5to año de gobierno y los números no lo han tratado mal, pues tan solo en 2022, cerró el año como el segundo mandatario más popular del mundo con una aprobación de 67% según Morning Consult (encuestadora que mide la popularidad de los mandatarios a nivel mundial), la mayor registrada entre los últimos cinco expresidentes en su cuarto año de Gobierno.

En el caso de nuestro país; las encuestas realizadas en diciembre del 2022 le daban una aprobación de 56% de acuerdo con “El Financiero” y 59% según el diario “Reforma”. Las cifras parecen bastante alegres, pero más allá del alto porcentaje en popularidad y aprobación ciudadana que ha mantenido durante sus 4 años de gobierno, no se puede dejar de hablar de los temas que inquietan a la sociedad mexicana donde los porcentajes no son igual de alentadores.

La vida política es un torbellino, la realidad ha cambiado de forma inusitada, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), considerado por mucho tiempo como el partido hegemónico, está desapareciendo. Aquellos años en que nombrarse “priista” era motivo de orgullo (porque para algunos lo era), ha llegado a ser motivo de vergüenza o un acto de total valentía.

Después de las elecciones de este 2023, y de cumplirse los pronósticos para el Estado de México, esta “fuerza política” podría reducirse con dos entidades en su control, en contraste con las 12 que tenía en 2018. Lo que hoy está en juego para este partido es la subsistencia, pues de perder el Estado de México, ocuparía el cuarto lugar a nivel nacional, incluso superado por Movimiento Ciudadano.

A la fecha, Morena gobierna 21 entidades, el segundo lugar por número de ciudadanos gobernados lo ocupa el PRI, que, si bien sólo tiene tres entidades, entre ellas destaca el Estado de México, la más poblada del país. Las otras dos son Coahuila y Durango, en donde tiene presencia gracias a la alianza con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

El tercer lugar lo ocupa el PAN con cinco entidades: Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Yucatán, que no se renovarán en los comicios de este 2023. En cuarto lugar, se coloca Movimiento Ciudadano con Jalisco y Nuevo León. El quinto lugar lo tiene el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que en 2021 postuló a su propio candidato en San Luis Potosí, el actual Gobernador Ricardo Gallardo y finalmente, allá en el rinconcito, el PRD, que actualmente no tiene presencia en ningún Estado y por el contrario ha perdido el registro en 19 entidades.

El tiempo avanza y el tema de la sucesión presidencial genera muchas expectativas, los partidos de oposición sacan cuentas y la sumatoria no les alcanza para llegar a su objetivo. La presencia que ha logrado Morena es indiscutible y para este 2023 puede terminar gobernando 22 Estados, lo que marca un indicio sobre que esperar para el 2024, aunque en política nada está escrito, pues las elecciones no siempre se han ganado en las urnas, aunque hoy se rasguen las vestiduras por un Instituto Electoral que hay evidencias de que ha fallado.

El tema central va más allá de quien gobierna un mayor número de entidades o ciudadanos, no obstante, en próximos meses seremos testigos de actos y declaraciones que seguramente darán mucho de que hablar, así como de la ridiculización de la política (lo cual no deja de lamentarse). Un año y seis meses puede ser mucho o puede ser poco, pero la actividad política no se detendrá y entre todo el espectáculo que está por venir, esperemos que los partidos políticos recuerden a los ciudadanos, que no olviden por quien están ocupando un cargo público y que cumplan con su función de representación como lo estipula el art. 41 constitucional.

La política no debería ser la lucha por el poder para poder, pero es mejor hacerse a la idea. Los partidos políticos siguen sin entender que los resultados que hoy tienen son producto de malos y pésimos gobiernos que han dejado de buscar el bienestar social y en resumen, se niegan a cambiar su forma de hacer política.

Se avecinan oleadas de amarillismo y sensacionalismo, lo cual nos aleja de un análisis que permita ver las luces y sombras que tiene el país. No sabemos cuántas marchas de unos y otros nos faltan, cuantas organizaciones más habrán de surgir con los políticos de siempre, pero, “por el bien de México”. A estas alturas, la ciudadanía agradecería que más allá de mal gastar los recursos, dedicar tanto tiempo a descalificarse y ver la manera de mantener o recuperar sus privilegios, no se olviden de dar respuestas a los temas que nos impactan en la cotidianeidad. Los problemas de ayer —heredados o no— siguen aquí; pobreza, inseguridad, corrupción, desapariciones, feminicidios, inflación y la lista sigue. AMLO se irá, pero los problemas se quedan.