POLÍTICA AMBIENTAL

Por: Ing. Luis Eduardo Mejía Pedrero

 

LA URGENCIA DE LA CULTURA DEL AGUA

En mi ponencia dada en el Foro sobre Agua en el Congreso de la Unión enfatice la necesidad de hacer de agua un tema de conversación cotidiano, es decir que forme parte de nuestra cultura. Por ello, vale la pena reflexionar sobre ello. La Cultura del Agua, también denominada Cultura Hídrica es un conjunto de ideas, acciones, herramientas y modos empleados para la satisfacción de necesidades fundamentales relacionadas con el vital líquido. Esta actividad pretende promover la adquisición de conocimientos sobre el agua y en general sobre el medioambiente, la transformación de actitudes y valores, el desarrollo de hábitos que faciliten el camino hacia la sustentabilidad y el mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos.

Pensar sobre agua, es practicar una filosofía de pensamiento y de vida dirigida a realizar tareas que estimulen nuevas prácticas, desde el entorno medioambiental, el consumo responsable del agua, el pago oportuno y en general, la gestión del recurso hídrico desde una perspectiva holística, lo cual implica nuevas percepciones y comportamientos tanto en la sociedad como en las instituciones públicas y privadas involucradas en el proceso.

De acuerdo con la UNESCO, se entiende por Cultura del Agua, o Cultura Hídrica, el conjunto de creencias, conductas y estrategias comunitarias para el uso del agua que puede ser observada en las normas, formas organizativas, conocimientos, prácticas y objetos materiales que la comunidad se da o acepta tener, así como el tipo de relación entre las organizaciones sociales que tienen el poder en los procesos políticos que se concretan en relación con el aprovechamiento, uso y protección del agua. En ese mismo sentido, dado que el agua es vida (porque se puede decir que no hay vida sin agua), la existencia de todo grupo humano o sociedad permite la existencia de una cultura hídrica determinada. Al ser el agua un elemento vital, involucra a todos los miembros del grupo o sociedad, y su uso es el resultado de experiencias seleccionadas social e históricamente, lo que implica, además, la transmisión de conocimientos. No hay sociedad ni grupo social sin un nivel o grado de cultura hídrica.

Decir que se necesita enseñar una cultura hídrica equivale a ignorar que cada comunidad tiene una, más o menos perfectible. Por lo tanto, si se desea cambiar una cultura hídrica por otra, es necesario reestructurar los modelos de percibir, de creer, de conocer, de organizarse, de vivir y de proyectar un futuro común. Esta idea implica transformar los modos de pensar, sentir, actuar y desarrollarse.

Planear e implementar estrategias de promoción de una nueva Cultura Hídrica no es una tarea sencilla y no solo es responsabilidad de las autoridades y dependencias relacionadas con el agua, es de toda la sociedad.

Los resultados son poco tangibles, mientras la problemática se acentúa. Ello obliga a trabajar de manera sistemática y enfocada en lograr eficiencia en sus tareas, pues la mera difusión de ideas no genera cambios en los conocimientos, conductas y hábitos de los distintos grupos objetivo de comunicación a los que deben atender.

PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE

Te invito a platicar en familia sobre el agua, conversa sobre el tema en la escuela, en el trabajo, con tus vecinos. Es importante estar informados sobre un recurso vital para nuestra vida. Recuerden #SalvemosOjuelos.

Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.