EL VALLE DEPORTIVO

Por: Pedro Eric Fuentes López

 

“No sé cuál es la receta del éxito, pero huevos seguro lleva” Dicho popular

Dicen que cuando la gallina pone huevos, cacarea. En el argot deportivo -sobre todo en el nuestro- a veces la producción de tan vital e importantísimo alimento habitual en la nutrición de los humanos, que dicho sea de paso se presentan protegidos por una cáscara y son ricos en proteínas y lípidos, transforman cualquier escenario de vigorosidad, alternativa, gusto, sueños, condiciones, o en todo caso, porque es lo único y necesario que se necesita para poder triunfar. El intento no es sinónimo de desplazamiento, ni de olvido, ni de destierro, al contrario, cuando se hace más de una vez la intentona, y se lleva al cabo con esos, entonces tarde que temprano surte efecto el anhelado éxtasis por la victoria, esa que te lleva a la gloria, la que te eleva porque has demostrado, no tan solo que sí se puede, sino que, la perseverancia tiene su logro que, cuando cruzas la meta -independientemente de la disciplina- saltan a relucir los esfuerzos con base en la dedicación, esfuerzo, entrenamiento físico y mental, descanso, alimentación, pero sobre todo, mención aparte es poner los llamados también de oro. Y esto, que es evidentemente figurativo, que aclaro tampoco es despectivo ni estoy agrediendo a nadie, no es más que el consumo de lo nuestro, es aquello que nos resta por poner sobre los límites de toda índole; incluso, las damas claro que también emplean el término para referir una acción. Entonces, cuando llegamos a esta instancia, que pareciera ser la última, pues hay que ponerle eso y un poco más de todo. La combinación es perfecta porque se logra salir del bache, se conquistan nuevos horizontes, se abren puertas que parecían clausuradas, se limpia el cielo, el sol brilla con más intensidad, el verde de las canchas se transforma en el campo de los sueños, las rivalidades se respetan porque ambos cruzan el destino, también con esos, y porque cada quien quiere ganar, nadie queremos perder, sin embargo, hasta para cuando eso ocurre, hay que ponerle aún más de ¡esos! y conste que de pronto podemos estar inmersos en una paradoja, porque hay quienes afirman categóricamente que no es necesario eso, sino ponerle mayor empeño, más ganas, coraje y otras, lo que particularmente me queda, es que a final de cuentas me lleva a entender que todo eso y algo más, sí requiere el ingrediente, inclusive, para llegar a un término de cualquier tipo de ciclo de vida.

Así pues, con la mira bien fija en lograr conquistar el tan ansiado boleto al Mundial de Basquetbol 2023, que se realizará en Filipinas, Indonesia y Japón entre el 25 de agosto al 10 de septiembre, la selección nacional de nuestro país consiguió asegurar su participación al derrotar en la última ronda clasificatoria de las Américas, venciendo a la garra charrúa por un marcador de 82-69, donde por cierto Uruguay, que ya no peleaba boleto para el certamen mundialista, no desentonó por lo que impuso por momentos la condición de lo relatado líneas arriba, es decir, no regalaron el juego, salieron con la intención de ganar pero se toparon con los llamados nuevos 12 Guerreros mexicanos, quienes saltaron a la duela motivados después de haber derrotado a Colombia y jugarse su pase ante la legión uruguaya, haciendo lo propio para conseguir su lugar. Con esto, se rompió el ayuno de 9 años sin asistir a un Mundial de la especialidad, toda vez que fue en España 2014, la más reciente participación a la que se acudió y con esta conquista alcanzará su sexta intervención mundialista.

El conjunto que formó y comanda el exjugador Omar Quintero, ha impreso un estilo de juego y se ha sobrepuesto a varias ausencias, lesiones, retiros y el evidente cambio generacional de jugadores. Atrás quedaron esos años donde cuando el español Sergio Valdeolmillos, conformó el primer grupo de los llamados Guerreros, con la clara idea inicial de construir una selección nacional que estuviera presente en todos los torneos internacionales, donde los jugadores pudieran representar al país en cada oportunidad y a partir de eso generar una identidad altamente competitivos, sumando esfuerzos por llegar a ser un conjunto edificado, dejando de lado lo individual. Resultado: un sorprendente resurgimiento del baloncesto mexicano a nivel internacional. Sin embargo, hay ciclos y aquel concluyó y se abrió la posibilidad para Quintero, que sabe y entiende lo que representa la camiseta mexicana y su repercusión al interior y exterior del país, por eso se ha rodeado de elementos de gran valía, conjugando experiencia y juventud, que a final de cuentas es lo que da resultados mediatos e inmediatos. Los nuevos 12 Guerreros son:  Paul Soy, Jorge Gutiérrez, Víctor Álvarez, Orlando Méndez, Francisco Cruz, Gabriel Girón Jr., Víctor Valdés, Gael Bonilla, Fabián Jaimes, Jonatan Machado, Héctor Hernández, Daniel Amigo, Israel Gutiérrez, Joshua Ibarra. Con estos elementos México seguirá su lucha en pos de reposicionarse a nivel internacional, con la incorporación de talentos nuevos y la consolidación de un plan de trabajo a largo plazo y, sin duda, con muchos…

Pásenla bien!!!