EL VALLE DEPORTIVO

“Los fracasos tienen que escalar, también. Cuando una compañía o un grupo crece, todo tiene que escalar, incluso el tamaño de tus experimentos fallidos. Si tus fracasos no crecen, no vas a estar inventando a una tasa que realmente mueva la aguja” Párrafo de la tercera página de la carta a los accionistas, del Reporte Anual a los Accionistas de Amazon, compartido por Leo Piccioli.

Y es justamente que lo asombroso, sorprenda. Lo que pasa con algunos resultados en cualquier arista de la vida, de pronto están tan cantados que, analíticamente se presentan para darnos a conocer que efectivamente, una cosa es seguir siendo soñadores y trabajar arduamente para conseguir mejores cosas y ser altamente sensatos y otra exclusivamente diferentes es la realidad. Por ejemplo, hay derrotas que si bien es cierto no están garantizadas, sí presupuestadas para los más reflexivos, y es entonces el momento a dónde pasamos a ser distintos, sobre todo en mi fuente profesional, porque cada uno de ustedes tiene su propio juicio y conclusiones muy respetables, por cierto, pero acá algunos porristas con micrófono y cuadro quieren enturbiar el asunto, dando esperanzas con el corazón y apelaron a que “la historia es para cambiarla”. ¡Ajá! Pero se han olvidado de un gran detalle: para cambiar la historia se debe y tiene que estar preparado a totalidad, cada segundo ilustrar la mente y construir mejores escenarios para desarrollarlos efectivamente en el campo que sea, no se puede -ni debe- vivir de esa historia, y si cuentas con esa magnífica oportunidad, pues entonces hay que ser puntuales, realistas y optimistas, más no, oscurecer y tapar el sol con un dedo, ja, que ni se puede. Seguramente alguna ocasión en la vida tuviste que enfrentarte a la disyuntiva y delicada opción de tener, contar o hacer fallido un proyecto o más, o algunos varios y sin embargo eso no quiso decir ni demostrar que no hiciste al menos tu mejor esfuerzo, es más, seguro estoy que idealizabas cada segundo de ese o esos detalles que, incluso, no mirabas para atrás a sabiendas de que podría verse truncado, estancado y causar una hecatombe emocional, sensorial y más. Empero cuando te volviste tenaz, entrenaste no solamente tu cuerpo sino también la mente, entonces apareció el momento idóneo para florecer, contar con una sonrisa tipo pasta dental, también, a cada paso que dabas dejabas una estela de fragancia cautivadora que reblandecía hasta el más duro metal. Bien, infortunadamente hoy, con ese raro y peculiar, pero puntual sentimiento de fracaso que se asoma a cada instante, o por lo menos en el futbol cada cuatro años, es un buen momento para TODOS, de verter verdades -rudas y crueles- que conocemos hasta con los ojos vendados, lo que significa dejar de mentirnos: a nivel del futbol mundial México no es un conjunto competitivo; contamos con una Liga MX alta y profundamente mediocre; y contamos con muchos sinvergüenzas disfrazados de directivos que solo ven pa´su molino.
Por eso hoy quiero hacer un estilo de catarsis y ampliarla con ustedes para que el momento se convierta en punto de partida, de inflexión y rumbo, y justo dejaré el tema futbolero hasta acá, porque esto es consecuencia de simulaciones altamente enmascaradas para incidir en el ámbito competitivo, empero -insisto- todo pasa por el auténtico, real, eficiente y eficaz proyecto, no con alucinaciones baratas y mucho menos buscando a quién se le cuelgue el milagrito, si la efectividad -si es que existe- está en propia casa. Por eso duelen más los resultados negativos que ya sabemos, porque no existen esos llamados limitados, donde el problema, muchas ocasiones es: no si tienes los recursos que necesitas para hacer el trabajo, sino que eliges mal desde la propia cabeza. Los recursos son todo lo que se necesita para completar un proyecto; como el presupuesto, el personal, el tiempo, el espacio o las herramientas. La falta de recursos puede retrasar un proyecto o incluso frenarlo por completo y luego entonces, esto se vuelve un círculo vicioso que solo enreda y se forma una avalancha en contra que ya no se puede frenar más que con la aparición del fracaso. Entonces para tenerlo en el conocimiento ¿Qué es un proyecto fracaso? En pocas palabras, es aquel cuyo resultado no cumple su objetivo o no entrega lo que estaba estipulado, dentro del presupuesto, en el periodo acordado y otras. Las causas pueden ser diversas y es importante estar atentos a ellas para NO incurrir en nuevos fracasos. Pero tal parece que, en México, desde “altas” autoridades hasta trabajadores por propia cuenta, pareciera que estamos acostumbrados a fracasar y ya hasta tenemos una cantaleta: trabajaremos más -¡no mamar!- cada vez es lo mismo, lo que se tiene que hacer es transformarlo y entonces sí alcanzar el éxito, y de entrada yo lo llamaría de otra manera, lo usaría única y exclusivamente como un escalón, me rodearía de los mejores en su momento, tiempo y forma, no solamente de jerarquías, además de que no escondería ninguna de las frustraciones que causan los fracasos, y por lo tanto redefiniría en grupo colegiado lo que quiero. Dejemos pues esa fregada cultura del fracaso, esa donde el error se percibe como una parte inherente del proceso de desarrollo. Si el fracaso se ve como un proceso, entonces se vuelve más fácil aceptar la noción de que el fracaso significa aprender continuamente. Considerar los errores, las fallas o equivocaciones como desafíos de aprendizaje, instalar espacios y redes de seguridad para que lo que ocurra sea parte del proceso de hacer, habilitar a las personas a reconocer y capitalizar sus propios tropiezos, son prácticas generadoras de crecimiento y sustentabilidad. La clave no está en no errar sino en equivocarse en otra cosa la próxima vez. Avanzar implica recorrer caminos que no se conocen.
Pásenla bien!!!

EL VALLE DEPORTIVO

“Los fracasos tienen que escalar, también. Cuando una compañía o un grupo crece, todo tiene que escalar, incluso el tamaño de tus experimentos fallidos. Si tus fracasos no crecen, no vas a estar inventando a una tasa que realmente mueva la aguja” Párrafo de la tercera página de la carta a los accionistas, del Reporte Anual a los Accionistas de Amazon, compartido por Leo Piccioli.

Y es justamente que lo asombroso, sorprenda. Lo que pasa con algunos resultados en cualquier arista de la vida, de pronto están tan cantados que, analíticamente se presentan para darnos a conocer que efectivamente, una cosa es seguir siendo soñadores y trabajar arduamente para conseguir mejores cosas y ser altamente sensatos y otra exclusivamente diferentes es la realidad. Por ejemplo, hay derrotas que si bien es cierto no están garantizadas, sí presupuestadas para los más reflexivos, y es entonces el momento a dónde pasamos a ser distintos, sobre todo en mi fuente profesional, porque cada uno de ustedes tiene su propio juicio y conclusiones muy respetables, por cierto, pero acá algunos porristas con micrófono y cuadro quieren enturbiar el asunto, dando esperanzas con el corazón y apelaron a que “la historia es para cambiarla”. ¡Ajá! Pero se han olvidado de un gran detalle: para cambiar la historia se debe y tiene que estar preparado a totalidad, cada segundo ilustrar la mente y construir mejores escenarios para desarrollarlos efectivamente en el campo que sea, no se puede -ni debe- vivir de esa historia, y si cuentas con esa magnífica oportunidad, pues entonces hay que ser puntuales, realistas y optimistas, más no, oscurecer y tapar el sol con un dedo, ja, que ni se puede. Seguramente alguna ocasión en la vida tuviste que enfrentarte a la disyuntiva y delicada opción de tener, contar o hacer fallido un proyecto o más, o algunos varios y sin embargo eso no quiso decir ni demostrar que no hiciste al menos tu mejor esfuerzo, es más, seguro estoy que idealizabas cada segundo de ese o esos detalles que, incluso, no mirabas para atrás a sabiendas de que podría verse truncado, estancado y causar una hecatombe emocional, sensorial y más. Empero cuando te volviste tenaz, entrenaste no solamente tu cuerpo sino también la mente, entonces apareció el momento idóneo para florecer, contar con una sonrisa tipo pasta dental, también, a cada paso que dabas dejabas una estela de fragancia cautivadora que reblandecía hasta el más duro metal. Bien, infortunadamente hoy, con ese raro y peculiar, pero puntual sentimiento de fracaso que se asoma a cada instante, o por lo menos en el futbol cada cuatro años, es un buen momento para TODOS, de verter verdades -rudas y crueles- que conocemos hasta con los ojos vendados, lo que significa dejar de mentirnos: a nivel del futbol mundial México no es un conjunto competitivo; contamos con una Liga MX alta y profundamente mediocre; y contamos con muchos sinvergüenzas disfrazados de directivos que solo ven pa´su molino.
Por eso hoy quiero hacer un estilo de catarsis y ampliarla con ustedes para que el momento se convierta en punto de partida, de inflexión y rumbo, y justo dejaré el tema futbolero hasta acá, porque esto es consecuencia de simulaciones altamente enmascaradas para incidir en el ámbito competitivo, empero -insisto- todo pasa por el auténtico, real, eficiente y eficaz proyecto, no con alucinaciones baratas y mucho menos buscando a quién se le cuelgue el milagrito, si la efectividad -si es que existe- está en propia casa. Por eso duelen más los resultados negativos que ya sabemos, porque no existen esos llamados limitados, donde el problema, muchas ocasiones es: no si tienes los recursos que necesitas para hacer el trabajo, sino que eliges mal desde la propia cabeza. Los recursos son todo lo que se necesita para completar un proyecto; como el presupuesto, el personal, el tiempo, el espacio o las herramientas. La falta de recursos puede retrasar un proyecto o incluso frenarlo por completo y luego entonces, esto se vuelve un círculo vicioso que solo enreda y se forma una avalancha en contra que ya no se puede frenar más que con la aparición del fracaso. Entonces para tenerlo en el conocimiento ¿Qué es un proyecto fracaso? En pocas palabras, es aquel cuyo resultado no cumple su objetivo o no entrega lo que estaba estipulado, dentro del presupuesto, en el periodo acordado y otras. Las causas pueden ser diversas y es importante estar atentos a ellas para NO incurrir en nuevos fracasos. Pero tal parece que, en México, desde “altas” autoridades hasta trabajadores por propia cuenta, pareciera que estamos acostumbrados a fracasar y ya hasta tenemos una cantaleta: trabajaremos más -¡no mamar!- cada vez es lo mismo, lo que se tiene que hacer es transformarlo y entonces sí alcanzar el éxito, y de entrada yo lo llamaría de otra manera, lo usaría única y exclusivamente como un escalón, me rodearía de los mejores en su momento, tiempo y forma, no solamente de jerarquías, además de que no escondería ninguna de las frustraciones que causan los fracasos, y por lo tanto redefiniría en grupo colegiado lo que quiero. Dejemos pues esa fregada cultura del fracaso, esa donde el error se percibe como una parte inherente del proceso de desarrollo. Si el fracaso se ve como un proceso, entonces se vuelve más fácil aceptar la noción de que el fracaso significa aprender continuamente. Considerar los errores, las fallas o equivocaciones como desafíos de aprendizaje, instalar espacios y redes de seguridad para que lo que ocurra sea parte del proceso de hacer, habilitar a las personas a reconocer y capitalizar sus propios tropiezos, son prácticas generadoras de crecimiento y sustentabilidad. La clave no está en no errar sino en equivocarse en otra cosa la próxima vez. Avanzar implica recorrer caminos que no se conocen.
Pásenla bien!!!