La competencia de marchas

Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador ha establecido muchas veces que tiene el apoyo de la gente, incluso ha colocado el argumento que es él el Presidente con mayor popularidad del mundo y que por eso todas sus decisiones están legitimadas sin embargo, el hecho de que un Presidente, sin conceder, esté legitimado en su cargo por las numerosas opiniones positivas que tenga en su favor, no implica que las decisiones sean buenas para todos los gobernados.
La marcha realizada en favor del INE aparentemente le pegó a nuestro Presidente en el ego, puesto que aunque numerosas veces dijera que eso no le importa, que él se sabe querido, o que desestimara el número de personas dentro de la marcha, la verdad es que los números fueron muy superiores a los establecidos por las autoridades cercanas al Presidente, puesto que los números van de entre aproximadamente un millón y 60º mil personas.
La verdad es que fue notorio el rechazo que tuvo el Presidente en cuanto a modificar el árbitro electoral esto debido aquí resultó tener más legitimidad el instituto electoral, que fue quien le otorgó el triunfo propio AMLO, que supuestamente el Presidente más querido del mundo.
Ahora pretende establecer una legitimidad a través de marchas en lugar de ponerse a trabajar y gobernar. Se ha convocado a una nueva marcha ahora en favor del Presidente, en la cual él mismo participará activamente, colocándose frente a la marcha.
Gubernamentalmente y administrativamente no tiene razón de ser el convocar a un acto republicano que tiene por único objetivo el apoyar a la autoridad, puesto que no hay contras en la opinión de la propia autoridad, se trata entonces de un acto de berrinche que sólo abona al ridículo y a la carencia de argumentos reales, en favor del gobierno, en pro de la administración y y hasta de la propia legitimidad.
Queda claro que las filtraciones de información por parte del Colectivo Guacamaya han resultado ciertas, ya que se informó que el Presidente se levanta, acude ala mañanera, se reúne comparte de su gabinete respecto de la siguiente manera, come y nada más, es decir que a López Obrador no le importa administrar una nación sino sólo aparentar que lo hace, como bien ya lo dijo él mismo cuando literalmente expresso que “es muy fácil gobernar no es tanta ciencia”.
Legitimado o no, López Obrador el día de hoy se convierte en un títere del qué dirán, en lugar de un estadista que es el prototipo de gobernador, que estudia toda la información para que con base en ese análisis, siempre se tomela mejor decisión para el bienestar de todos los gobernados.