La otra cara de la moneda: ¿Qué está pasando en las escuelas?

Al pensar en la escuela como el espacio físico, es inevitable no traer a la mente una “collage” de imágenes de niños, adolescentes y jóvenes haciendo algo más que tomando sus clases; en el patio, en las canchas deportivas, en la tienda escolar, platicando, riendo, jugando, y disfrutando de aquellos momentos que también son parte de lo que sucede de manera cotidiana al interior de una escuela o a unos metros de la misma. Difícilmente se puede imaginar a estudiantes que son molestados o agredidos física y verbalmente por sus compañeros o profesores, estudiantes que sufren abuso sexual o que tienen que ser trasladados a un hospital por haber ingerido alguna “substancia desconocida”. Estas, son las imágenes que hoy debemos considerar al pensar en la escuela, pues por crudo que parezca, son parte de la misma realidad y son la otra cara de la moneda.
Lo que ha sucedido en las últimas semanas en el entorno educativo merece un minuto (o varios) de nuestra atención, pues el regreso a la escuela de manera presencial nos está mostrando algo más que las deficiencias en el proceso de aprendizaje de los alumnos de todos los niveles educativos, y a continuación sabrán a que me refiero.
El pasado 21 de septiembre, un menor de 11 años del municipio de Francisco I. Madero, en Hidalgo, falleció por traumatismo de tórax, lesiones en los riñones y múltiples lisiaduras (heridas permanentes) en el cuerpo hechas por terceras personas, reveló el dictamen médico. La familia del menor acusa que fue agredido en la primaria donde cursaba el sexto año, sin embargo, el secretario de Educación Pública del estado, Natividad Castrejón Valdez, declaró que no fue un deceso ocasionado por violencia escolar, sino por falta de atención médica inmediata. El niño llevaba días sintiéndose mal y en un primer momento lo atendieron en la clínica de la región y de manera posterior, sugirieron el traslado a un hospital más especializado, donde el menor falleció con el dictamen referido, pero el secretario insistió: “son las tragedias de la pobreza, porque la familia no llegó al médico; seguramente el niño estuvo sufriendo varios días de dolor y todo, pero lo atendieron ya muy tarde”.
En Jalisco, un caso más, su nombre era Jorge Alejandro García Rivera, estudiante de bachillerato de tan solo 17 años miembro de la comunidad LGBTQ+, quien se suicidó el pasado 27 de septiembre a causa del hostigamiento, maltrato y discriminación que recibía por parte de su profesor Osbaldo Romero, en “El Arenal”, quien al parecer abandonó el plantel tras enterarse de la muerte del estudiante de acuerdo con Juan Carlos Flores Miramontes, secretario de Educación del Estado.
En Ecatepec, Estado de México, autoridades detuvieron a Claudia Karina “N”, docente de preescolar quien fue señalada por presunto abuso sexual contra una de sus alumnas. La fiscalía general de Justicia informó que se cumplimentó la orden de aprehensión en contra de la maestra, luego de que el pasado 27 de septiembre, la madre de una menor de 4 años de edad, interpusiera una denuncia en su contra. Los padres, explicaron que la menor sufrió cambios en su comportamiento como llanto, aislamiento y miedo dentro de su propia casa.
En Sinaloa, el martes 11 de octubre, se divulgó un video donde se puede observar a cinco alumnos de la escuela preparatoria “Ignacio Allende”, amarrar a otro estudiante con su mochila en un poste y tirar sus cuadernos y libros al suelo, aunque los alumnos señalaron que era “una broma” entre amigos y no “bullying”.
Los universitarios no podían faltar en este recuento. De acuerdo con un video difundido en redes sociales, el jueves 13 de octubre, un grupo de jóvenes protagonizó una pelea dentro de las instalaciones de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), donde se observa cómo es que cuatro estudiantes golpean brutalmente a otro miembro de la comunidad estudiantil, la casa de estudios emitió un posicionamiento en el cual condenó los hechos.
Finalmente, el caso mediáticamente más sonado, primero; la noche del viernes del 7 de octubre, cuando más de 100 alumnos de la escuela secundaria Juana de Asbaje, en el municipio de Bochil, en Chiapas, resultaron intoxicados aparentemente por “la ingesta de agua contaminada con sustancia desconocida” y después, en menos de una semana, el 11 de octubre, un nuevo caso de intoxicación en Tapachula, en Chiapas, donde se presentó otro caso de intoxicación, señalando como causa “la inhalación de humo de origen desconocido”. Estos dos acontecimientos se suman a otros dos reportados el 23 de septiembre y el 6 de octubre en Tapachula.
Más allá de las indagatorias correspondientes y del esclarecimiento de cada uno de los casos, es evidente que algo no estamos haciendo bien, ¿Qué está pasando en las escuelas? ¿Qué está pasando con las autoridades educativas que permiten esto? ¿Dónde están los familiares para prestar mayor atención y tratar de prevenir acciones que literalmente están acabando con la vida de quienes se suponen son el presente y el futuro de nuestro país?
El ambiente escolar se está erosionando, nadie se hace responsable y las consecuencias son fatales. ¿Quién está hablando de temas de abuso con las y los estudiantes? ¿Quiénes garantizan su desarrollo físico y mental? ¿Con qué estrategias y acciones se cuenta en caso de “bullying” y de abuso sexual al interior de las escuelas? ¿En materia de prevención de adicciones, realmente se cuenta con programas de orientación y prevención?
Esto que está pasando es inadmisible, el universo de abusos de todo tipo en las escuelas está creciendo y nadie se entera y cuando se hace, no se actúa, y como estos, hay cientos de casos que no llegan a hacerse públicos, pero no significa que no existan. Meritorio intentar mejorar la educación con un nuevo modelo educativo, pero antes, se deben garantizar entornos seguros, ambientes idóneos para el aprendizaje y la convivencia donde la integridad de la razón de ser de la educación; los estudiantes, esté garantizada y el principal agresor no sea quien imparte clase.
La educación es una labor tan noble que lo único que busca es ayudar al ser humano a desarrollar capacidades y habilidades para la vida, para el mundo profesional y laboral, busca contribuir a la formación de mejores ciudadanos y seres humanos que adquieran conocimiento por gusto y no por obligación, pero con casos así, es imposible pensar que la educación será el medio para lograr una mejor sociedad. La educación por sí misma no puede resolver todo, pero sin ella, no vamos a resolver nada, replantemos el papel de la escuela, porque mientras estos casos sigan creciendo o se sigan ocultando, será peor para todos.
No se trata de tener un familiar inmerso en el sistema educativo, esto es parte de un compromiso social. La educación se ha trastocado a niveles que a muchos nos cuesta entender, nos estamos enterando de hechos que jamás imaginamos o que hasta ahora se hablan y/o reconocen, todos estamos llamados a hacer algo, si la educación es el medio para una sociedad más próspera, con situaciones de esta naturaleza no se puede ir por buen camino. En el aquí y en el ahora tenemos que mirar la otra cara de la moneda en materia de educación y preguntarnos, ¿Qué está pasando en las escuelas?