SIN TON NI SON

En esta ocasión voy a platicar de una obra de la literatura clásica, que acabo de releer: “Cándido, o el optimismo”. Dicen los críticos que esta obra responde rigurosamente al género de narración filosófica. El autor es Voltaire (1694-1778), cuyo verdadero nombre fue Francois-Marie Arouet. Esta obra es la más conocida y más leída de Voltaire, ya que es la que mejor ha resistido el paso del tiempo. Voltaire está en contra de la intolerancia de las religiones, que condena a quienes no piensan como ellas sugieren. Por eso en este cuento no se trata de ajustar cuentas con la providencia, sino con el abuso que hacen de ella ciertas doctrinas que pretenden ser consoladoras. La característica principal en los escritos de Voltaire es que usa la ironía, el sarcasmo y el sentido del humor para destrozar los conceptos de algunos filósofos o religiosos que no concuerdan con su pensamiento.
Utiliza este escrito, “Cándido”, como cruzada contra los filósofos que defienden la tesis de que todo está bien, especialmente de Leibniz quien dijo que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Cándido arranca con una divertida parodia de una nobleza que presume orgullosamente de su rancio abolengo. Sin embargo la narración transcurre exhibiendo un brutal contraste entre los hechos narrados y la teoría relativa a que nos hallamos en el mejor de los mundos posibles lo ejemplariza el cómico preceptor que lleva por nombre Pangloss, quien constantemente explica que nada puede ser mejor, porque de lo contrario este mundo sería otro. Al caricaturizar los grotescos silogismos de ese método deductivo, Voltaire quiere evidenciar cuan absurdo resulta buscar fuera del mundo la explicación de lo que vemos en él, ya que remitirse a una instancia superior para explicar o justificar las incongruencias cotidianas le parece un pretexto para encubrir hechos que no dejan de tener móviles tan inconfesables como vergonzosos.
En este cuento, las guerras aparecen despojadas de cualquier tinte heróico o glorioso y son presentadas como espantosas acciones de la más abyecta barbarie. Los protagonistas van sufriendo toda suerte de calamidades. Padecen la guerra de los Siete Años, viven el terremoto de Lisboa (donde hubo más de 100,000 muertos), sufren en Paraguay las revueltas contra España y Portugal.
En esencia “Cándido” constituye un demoledor ataque contra el filósofo Leibniz, que sostenía, como ya mencioné con anterioridad, que vivíamos en “el mejor de los mundos posibles”. Las aventuras y desventuras que vive el inocente joven Cándido, iniciado en la filosofía Leibniziana por su maestro Pangloss, bastan para desbaratar tan tozudo optimismo. La experiencia lleva finalmente a Cándido a aceptar una conclusión singular: “Trabajemos sin razonar: es el único medio para hacer soportable la vida”. ¡Hay que leerla!
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