EL VALLE DEPORTIVO

“Todo empieza como un juego, el juego se hace divertido, la diversión se convierte en disciplina, la disciplina forma tu carácter, el carácter hace la persona… Y la persona se hace a sí misma. SOLO EL QUE COMPARTE MI PASIÓN ENTIENDE MI LOCURA…”
Pablo De Los Hornos

Cómo me acuerdo de aquellos juegos donde nos colocábamos en un sitio alrededor de un círculo con la palabra stop -alto- escrita con gis o ladrillo y cantábamos la famosa frase: “Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es…” Aquello se convertía en un pasaje de velocidad iracunda, de estrategias para llegar lo más lejos posible, vaya que salíamos despavoridos a quedarnos quietos para que, enseguida, mediante unos imaginarios pasos y un conteo altamente efectivo, batiéramos a quien se quedaba más cerca de nosotros. De igual manera sucedía con los “atrapados” aquel que fuera tocado por quien iniciaba el rol, simplemente cambiaba el mismo para iniciar un persecución y la destreza de correr y ocultar eran toda proeza, divertido a más no poder y satisfactorio cuando terminabas sin ser tocado, aunque muchas veces, la neta, hasta te dejabas para ya no “correr” tanto, jajajajaja, las calcetas caladas de las niñas terminaban percudidas y las que osaban hacer las carreras con sus zapatos eran temerarias y se les veía la pinta de deportistas en potencia, mientras que los varones con los tenis más lisos de la suela y de color mugre eran velocistas y dribladores por excelencia. Encantados, policías y ladrones, los hoyitos, el avión, brincar la cuerda, y otros, se convertían en estilo de vida, capaz de reunir hasta al más extraño vecino o a aquellos primos y/o amigos que no se frecuentaban, las risas, los raspones en las rodillas, las mejillas rojizas, el cabello mojado, la frente y nariz húmedas, las manos batidas y en su caso la cara de chango decían las abuelas y madres, eran lo más parecido a la felicidad y a los cimientos del orden de la actividad física, el deporte y el principio de quienes aspiraban a un sitio en el atletismo.
A partir de estos juegos tradicionales y los sueños de muchos, con el consabido desarrollo físico, el aporte educativo y las preferencias deportivas, comenzaba un camino que todos en algún momento tuvimos que pasar y hasta elegir. Quienes demostraron su valía y aporte al fascinante mundo deportivo tenían que convencer a los papás para que dieran su autorización y continuar con sus aspiraciones de ser alguien en la vida y en el deporte, esta peligrosa dualidad que muy pocos en la faz de la tierra alcanzan, porque siempre ha sido un bemol en contra: o estudia o juegas o entrenas o destacas. Que decisiones de vida lleva implícito este tema que por años y décadas hasta se volvió tabú, gracias a la vida esto cambió y se abrieron las puertas de la elección personal incluso apoyada, avalada y respaldada por la familia. La historia hoy es distinta, existe más preparación académica, variantes al alcance de todos, el racimo deportivo tiene todas las opciones posibles para la práctica y desarrollo, no se necesita estar en un club privado o pasar por el parque para desarrollar y mostrar cualidades y habilidades, esto se logra y se lleva a cabo cuando uno quiere conseguir sus objetivos y es ahí cuando los logros son total y absolutamente satisfactorios.
Tal cual lo ha llevado al pie de la letra la venezolana Yulimar Rojas, una chica de tan sólo 26 años quien en su niñez y en edad escolar en su natal Puerto La Cruz, destacaba por su estatura, velocidad y destreza a la hora de los deportes. Ejemplo de miles de niños que comenzaban jugando y de pronto en un abrir y cerrar de ojos, bate el récord del mundo del triple salto con 15.67 metros, vigente desde 1995, y lo hace con 7 centímetros de diferencia, o sea, una locura de “brincos” que hoy mismo queda claro que nadie en el mundo ha saltado tanto como ella, lo que la catapulta al lugar sagrado de la memoria deportiva para la eternidad. Yulimar, desde ya es campeona Olímpica y poseedora de un récord del mundo que será difícil de batir, porque para lograr superar esa distancia, tendrá que existir mucho trabajo entre todos aquellos que se dedican al atletismo. La muestra está puesta, surgió de un país vecino y pone el dedo en la llaga: la detección de talentos comienza a temprana edad, se lleva a cabo un seguimiento, se deja disfrutar del juego y después se encamina a potenciar las habilidades para llegar lo más lejos posible, tal como lo ha realizado desde los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde ganó la plata, antes de conquistar el título mundial al aire libre un año después en Londres 2017 y repetir la hazaña en Doha 2019.
El atletismo sudamericano tiene en la figura de la espigada venezolana, el mejor ejemplo de esfuerzo, trabajo, colaboración, apoyo, resistencia, valor y amor propio y por los suyos, además, cuenta con grandes sueños y aspira a ir más allá de los 16 metros, lo que sería casi imposible de superar. Lo conseguido es un hito sin precedentes en el atletismo con una plusmarca inédita y tres oros seguidos en el Mundial bajo techo.
Y en México apá????????????
Pásenla bien!!!