SÓTANO UNO

  • Los políticos “chistocitos”
  • Colofón.- Andrés “¡Ya en serio!”

El periodista bebe su café americano sin azúcar. Recuerda ese 30 de octubre pasado en Venezuela. En medio de la crisis social desatada en las calles y ciudades por el desabasto de alimentos y medicinas, desempleo e inseguridad, Nicolás Maduro, ante las críticas mundiales y locales, se quiso hacer el chistoso al decir “Me voy a quitar el casco; se me está fundiendo lo poco de cerebro que me queda”… “Si es que algún día lo tuvo”, respondían los medios. Antes, un 21 de marzo pero de 2015, tras el asesinato de transportistas a manos del crimen organizado venezolano, el dirigente mesiánico fue cuestionado al respecto y evadió el tema diciendo: “apelo a mi inteligencia para hacerme el estúpido y ser noticia a nivel mundial”…

Y es que, en la historia del socialismo y el comunismo, los chistes son la salida de los dictadores. Están plenamente conscientes de las contradicciones y limitaciones de un sistema que, sin embargo, defienden para mantenerse en el poder. Pero ¡ojo! solo ellos podrían hacerse los chistosos. Mire, un antiguo chascarrillo soviético exponía: “Un juez sale de su juzgado doblado de risa. Otro juez se le acerca y le pregunta ¿de qué ríes? ¡Acabo de oír el mejor chiste del mundo! ¡Pues cuéntamelo! No puedo –responde secándose los ojos por las carcajadas-. Acabo de sentenciar a un tío a diez años por contarlo!”.

            El propio Maduro, durante las manifestaciones por el orgullo gay en Caracas, tuvo un diálogo con uno de sus asesores: “Aprovecha y te pones una camisita roja mañana, yo me voy a poner también una camisa roja, Víctor. Porque este rosadito nos hace ver sospechosos a los dos. Sobre todo a ti”, y reían. Fue considerado un tipo homofóbico pero seguía sonriendo cuando le hacían mención al tema.

 

Colofón.- Andrés “¡Ya en serio!”

Mientras degusta de un almuerzo americano con yemas y fruta, el hijo pródigo del Sótano considera muy ad hoc el chiste ruso. Vera, en México, aunque el presidente diga que: “prohibido prohibir”, sus huestes se lanzan en feroces ataques contra quienes hablen mal de su mesías. Franco Escamilla y “el costeño”, fueron severamente atacados al contar un chiste de AMLO. Incluso, este último fue amenazado de muerte. Pero si él bromea, ríen sus seguidores. Y si es cuestionado por eso, entonces los medios son “chayoteros”, o “no aguantan” los conservadores. Pero, la felicidad que algunos prodigan ante los actos más sanguinarios en México, es condenable.

Seguramente vieron ese video que fue filtrado a medios, donde un joven es, presuntamente obligado a matar a sus amigos. Estaban de vacaciones en Lagos de Moreno, Jalisco, cuando fueron “desaparecidos”, al parecer por un grupo criminal. Verlo es espeluznante; o qué tal esa terrible escena en la que un sujeto, que ahora sabemos se llama Miguel de Jesús Octavio, apuñaló a Milagros Monserrat, hasta quitarle la vida, allá en León. Lo más terrible es que esas pavorosas escenas se repiten a diario, y en cada una, existe el mismo denominador: la impunidad y la indolencia, primero policiaca, y luego de la autoridad.

Y eso no debería causarle risa a nadie porque en el país, hasta el 16 de agosto, se han cometido 84 asesinatos al día. Y de estas casi 20 mil ejecuciones, sólo el 1 por ciento o menos, se han aclarado. Por eso, a todas esas víctimas, a todas esas lágrimas de familias destruidas por la desgracia que lleva que te asalten, te desaparezcan o asesinen a un hijo, un padre o una madre, creo que los chistes no les causan nada de gracia… Hasta otro Sótano. Mi twitter @raulmandujano

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