SIN TON NI SON

Recién terminé de leer la Trilogía de Aléxandros, escrita por Valerio Massimo Manfredi, profesor de arqueología clásica de la Universidad Bocconi de Milán. Por supuesto nos relata de manera novelada la historia de uno de los hombres más prominentes de la historia de la humanidad: Alejandro Magno. Este personaje vivió del año 356 al 323 antes de Cristo, nació en Macedonia, que era un reino montañoso en el norte de Grecia, tuvo como mentor, para seguir la cadena de ilustres seres humanos, nada menos que al ilustre filósofo ateniense Aristóteles. El rey Filipo II, su padre, logró enriquecer su reino a fuerza de conquistas de ciudades-estado griegas. Alejandro heredó la corona a los 20 años, al ser asesinado su padre en un teatro. Cuando era niño, Alejandro estaba descontento con las conquistas de su padre y se entristecía porque cada vez habría menos reinos que conquistar cuando el fuera rey.
Como rey, Alejandro sobrepasó a su padre en cuanto a conquistas se refiere. Estuvo en campaña durante diez años realizando conquista tras conquista. Creó un imperio sobre la mayor parte del mundo mediterráneo de su tiempo, sometiendo a los diversos reinos, a partir de Macedonia, Grecia, Siria, Egipto, Mesopotamia y Persia. En el año 330 a. C., seis años después de acceder al trono, derrotó a Darío, el rey de Persia.
Después de someter a Egipto, fundó la ciudad de Alejandría en la costa del mar mediterráneo, siendo esta sólo una de las decenas de ciudades a las que bautizó con su nombre. En esta ciudad de Egipto los griegos construyeron una gigantesca biblioteca que albergaba miles de pergaminos y sería el centro de la cultura escrita de aquella época.
Con el tiempo, extendió su imperio hasta la India. En su avance, Alejandro Magno y sus tropas se fueron encontrando con civilizaciones de costumbres muy distintas a las conocidas por él y su ejército, pero en vez de destruir sus culturas, los griegos las absorbieron, por impulso de su rey. De esta manera emergió una nueva cultura híbrida, conocida como helenismo. Por primera vez en la historia, una gran parte de Europa y de la parte oriental de Asia compartían idioma y base cultural. El griego continuó siendo la lengua principal del mundo antiguo durante siglos: de hecho, los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en este idioma. El catalizador cultural que extendieron las tropas de Alejandro continúa siendo, tal vez, su legado más importante a la posteridad.
De regreso hacia su tierra natal su reinado terminó de manera intempestiva al morir de una enfermedad en Babilonia, a la edad de 33 años. El enorme imperio que había creado se lo repartieron sus oficiales, quienes por cierto eran sus amigos desde la infancia, y siguió funcionando como tal durante cientos de años hasta que fueron conquistados por los ejércitos romanos.
Alejandro sigue despertando un gran interés hoy en día, aún después de 2300 años, los historiadores contemporáneos han continuado investigando sobre su despiadada forma de dirigir sus ejércitos, aunque Manfredi lo retrata compasivo y empático con sus hombres, así como su amor por los caballos, sus estudios filosóficos y su orientación sexual.
Es fascinante adentrarse en la vida de seres como Alejandro Magno.
Comentarios: [email protected] Twitter: @_copitoo