POLÍTICA AMBIENTAL

Miedo e inseguridad son los sentimientos más recurrentes entre la ciudadanía de esta “aldea global” contaminada por el COVID19. Pero entre telones lo que emerge a la opinión pública son dos grandes carencias que agudizan la epidemia.
El primero de ellos es el rezago en la capacidad de los servicios de salud con la injusticia prevaleciente en la asignación de recursos y políticas públicas que premian la mediocridad, como son los criterios de asignación de puntaje en el “Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas” que premian a aquellos estudiantes que tuvieron bajo promedio de egreso, remitidos por ello a zonas marginadas, y aquellos que se inscribirán en un curso elaborado “al vapor” para ser capacitados y participar en la atención médica a pacientes con coronavirus.
La segunda carencia ya ha sido comentada en esta columna: el rezago en la prestación de los servicios de suministro de agua potable, alcantarillado y saneamiento. En los medios de comunicación, redes sociales y discursos de autoridades, se repite hasta el cansancio la necesidad de lavarse las manos, asear el hogar y la infraestructura pública. Sin embargo, estas acciones tan importantes se ven impedidas de ejecutar ante la desigual distribución de agua, contribuyendo a la crisis sanitaria de nuestro país.
En las clases de licenciatura, el ingeniero José Maya Ambrosio, nos repetía continuamente: “todo está en los libros” y efectivamente, los conocimientos consolidados y universalmente aceptados, se ubican en los libros de texto. Los avances de la ciencia son expuestos en los congresos y divulgados en las publicaciones especializadas conocidas en inglés como “journals”. Hago la referencia anterior porque cuando alguna universidad ofrece un curso abierto al público en general es porque los conocimientos que se impartirán ya se les considera convenientes, aplicables, necesarios y consolidados.
En entregas anteriores también se ha hecho referencia a la crisis hídrica que ya estamos viviendo y que en algunas partes de nuestro país es notoria, habiendo ciudadanos que todavía reniegan de su existencia. Pues resulta que la Universidad Nacional Autónoma de México está ofreciendo un curso sobre “Seguridad Hídrica”, lo cual da reconocimiento a la situación que estamos viviendo.
Desde el año 2010, Claudia Sadoff y Mike Muller ya definían a la seguridad hídrica como la provisión confiable de agua cuantitativa y cualitativamente aceptable para la salud, la producción de bienes y servicios y los medios de subsistencia, junto con un nivel aceptable de riesgos relacionados con el agua.
Vivimos en un mundo cada vez más interdependiente. El impacto de las crisis económicas, financieras y naturales se propaga más rápido que antes, afectando a un número mayor de personas. Cuando una parte de la economía se derrumba puede desatar una reacción en cadena a lo largo de todo el mundo. La crisis climática ha mostrado que nuestro planeta es un todo indivisible; la crisis alimentaria ha demostrado que una nación depende de la capacidad de las demás para producir alimentos y de las políticas de apoyo a la producción.
El Global Water Partnership indica que la seguridad hídrica se ve influenciada por todos estos desafíos mundiales. La crisis financiera ha restringido en muchos países la inversión de capital en el aumento de la seguridad hídrica. Las repetidas alzas en los precios de los alimentos han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria a nivel nacional. El cambio en los patrones climáticos ha causado inundaciones y sequías catastróficas. La pérdida de vidas, los daños causados a los hogares y negocios y las pérdidas económicas directas a causa de estos desastres relacionados con el agua han tenido, además, un impacto negativo sobre el empleo, los servicios sociales y la infraestructura.

PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE

Derivado de la epidemia del COVID19 hubo compras de pánico. Dada la problemática existente en la distribución de agua en nuestro país, es muy probable que los distribuidores de agua en pipa incrementen el precio de sus servicios llegando al abuso. La recomendación es que ante esta situación los afectados tomen los datos del transporte y de ser posible su razón social a fin de denunciarlo a las oficinas de la Procuraduría Federal del Consumidor correspondiente a la entidad federativa donde radiquen.

Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.