EL VALLE DEPORTIVO

“Hay muchas formas de despedirse, dando la mano, dando la espalda, nombrando fechas, con voz de olvido, pensando en nunca, moviendo un ramo ya deshojado… Por suerte a veces queda un abrazo, dos utopías, medio consuelo, una confianza que sobrevive y entonces triste, el adiós dice que ojalá vuelvas… Mario Benedetti. En Defensa Propia
Hay de adioses a adioses. En lo personal comulgo con que siempre dejan enseñanza a pesar de dolor, coraje, decepción, tristeza, melancolía, pero también estarán eternamente lo mejor que haya pasado durante un lapso de tiempo que bien pudo haber sido corto o largo, la única seguridad es que siempre a pesar de querer ver lo negativo cuando se supera eso entonces permea lo indestructiblemente bonito que dejó ese paso, ese andar, esa caminar juntos, de la mano, con sueños, con anhelos, con ilusiones, pero como todo en esta vida nada es eterno y todo tiene un ciclo y hay que aceptarlo, a veces en su mayoría con cierto recelo, dudas, incrédulos, pero a fin de cuentas aceptarlo aunque tarde.
Todo pasa y solo quedan los recuerdos; insisto, cuando superas la barrera del coraje te invaden aquellos que trazaste con esperanza de mejorar día con día, aún con las dificultades a tope de todos los días, pero lo sembrado nadie, absolutamente nadie te lo quita. En ocasiones la estancia se convierte en estilo de vida, de superación y por supuesto de querer más, vives a tope con la adrenalina y el riesgo que conlleva hacerlo con pasión, con fervor, estas entre la espada y la pared la mayoría de las ocasiones, aceptas que el reto es tan alto donde seguro que te brindará esa satisfacción de haber triunfado, de ser ganador, de convertir tus pasos en modelo, si bien es cierto no para seguir si entonces para superar y eso lo hace indestructible, porque podrán pasar otras personas a tu ausencia pero nadie ocupará ese lugar que labraste a base de plomo y lodo, con caricias y golpes, con verdades y mentiras, con abrazos y desdeñes, con voz dulce y altisonante, con amor y desprecio, con gratitud y mentadas de madre, con pocos sí(s) y demasiados no(s), etcétera, así es la realidad y cuando uno lo ve, lo valora y lo acepta, lo atesora como lo más grande que se ha tenido y conseguido; obviamente nada se aprecia igual y mucho menos con diversos cristales. Por eso hay que estar ahí al pie del cañón, aguantar vara en casi todo momento, disfrutar cuando era posible y solo cuando “querían” o les “gustaba” porque aaah vaya manera de hacer notar cuando uno no es ni siquiera bien recibido y mucho menos tenido, pero así es esto del vino y el abarrote decía Pacecita (mi abuela materna). Así pues conforme te dabas cuenta de que los desacuerdos son el pan de cada día, de que existen fricciones que generan que la fractura se haga más larga y profunda y por ende la recuperación más lenta y hasta agónica, lo mejor es irte, no sé si lo mejor es callado o gritando, bendiciendo o maldiciendo, pataleando o aplaudiendo, pero lo que sí sé es que toda la vida por más o por menos que se haya hecho, bien o mal, siempre con la cabeza erguida y con la firme convicción del deber cumplido con lo que se tuvo, con lo que había y con lo planeado hasta el penúltimo adiós. Nunca me ha gustado eso del último porque bien sabemos que se llegará inevitablemente, pero en otras circunstancias y momentos.
Pareciera cuento de hadas y brujas ¿verdad? ¿a poco no te suena algo peculiarmente personal? Pero este Valle no tiene nada de tinte personal, sino que es toda una travesía convertida en letra por el paso de un hombre en una institución a la cual sirvió con todo lo que su ser le dio, con lo que su corazón partío le dictaba, con su intachable necedad, terquedad, a veces su osadía convertida en petulante arrogancia, desgañitándose con sus gritos de autoridad probada y sobrada, rey de reyes a la hora de ignorar al amigo y enemigo, dominante con la mirada y un claro ejemplo de todo un profesional del futbol. En efecto, hoy me refiero a Ricardo Ferretti de Oliviera, quien nos ha dejado a todos en el mundo deportivo un referente pasional de lo que es amar su trabajo a costa de todo y de todos, pero mejor aún, ser un caballero a la hora de decir adiós…
Pásenla bien!!!
…Este adiós que te guardo está madurando con los días. Exprimo nuestra vivencia y no la dejo quedarse en el pasado. No puedo avanzar contigo porque te deseo a cada instante y desear lo que no se puede tener. es como escribir sin que nadie te lea. Eso seguro que lo entiendes. Te quiero, pero no deseo luchar contra el destino. Disfrutaré de vez en cuando de tu recuerdo que seguirá alterándome. Mario Benedetti. En Defensa Propia