A mitad de la semana

Construcción del lenguaje incluyente

Como ustedes saben en esta columna de opinión se ha hablado bien sobre el respeto de todos los seres humanos por el simple hecho de ser humanos y sobre todo de la inclusión en el trato que visibilice y concientice el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran algunos por condiciones físicas o mentales. Además de lo anterior, se tiene un respeto al lenguaje, sin dejar de identificar que se trata de una herramienta que se encuentra en constante evolución.

También se ha mencionado que se admira la buena ejecución de la labor de comunicación y entretenimiento que logra el Sistema de Radio y Televisión Mexiquense en cuanto a su difusión radial porque resulta por demás equilibrada y atractiva. Sin embargo en estos días me he llevado una gran sorpresa al escuchar a Cecilia Juárez, nuestra conductora de La Caja Acústica que se transmite por las noches, que por tratar de incluir en un conjunto a las mujeres en el uso de sustantivos, termina cada oración intercambiando la última vocal que determina la generalidad del conjunto, con la letra “e”, como “todes”.

Particularmente me gusta que a los grupos vulnerables se les revindique con respeto y con una ponderación adecuada que los dignifique, sin embargo, no se puede estar a favor de la destrucción del lenguaje o de cualquier otro objeto propio del ser humano, la destrucción no abona a nada mejor.

Entiendo que hablar con sustantivos “inclusives” hace visibles a estos grupos vulnerables tanto de mujeres como de miembros de la comunidad LGBTG+, para su identificación y reivindicación, pero me parece que el destruir para construir no es la clave, porque sería igual que decir que para que no haya guerra se haga una guerra más violenta, porque en esa analogía lo correcto es hacer la paz; y justamente de este último concepto viene una idea muy interesante que podemos aplicar en la búsqueda de la ponderación de las comunidades vulnerables en razón de género el cual es la deconstrucción de los conceptos, esto es, que un concepto ya establecido se nutra de una descripción aún mayor o de otro significado, como un agregado; por ejemplo, en los años veintes un “hippster” era aquella persona despreocupada que siempre andaba cantando música y ritmos, ahora el término “hippster” resulta de quien le gusta utilizar herramientas, vestimenta y música de la edad análoga o de épocas anteriores a su nacimiento, es decir, este término tiene ahora dos connotaciones y por supuesto que la última es la más utilizada y comprendida.

Como podemos apreciar, el concepto cuenta con agregados por el contexto y el uso que se le va dando en el trascurso de los años; es aquí donde la deconstrucción tiene cabida, porque de nada sirve decir que se cambie nuestra bandera de colores porque contiene rojo que significa violencia por representar la sangre derramada de los héroes nacionales, ya que por el contrario, se ha moldeado que se trata de la sangre que nos une e inflama en nuestros corazones por amor a nuestra patria: eso es deconstrucción.

Hoy invito a todos aquellos que son entusiastas del lenguaje a defenderlo ante esta deformidad que algunos otros proponen en los sustantivos que suenan masculinos, y empujemos a la deconstrucción de cada uno de estos sustantivos reinterpretándolos haciendo énfasis en que en esos sustantivos conjuntos se incluyen y deben visibilizarse, los grupos vulnerables en razón de género, hablando hacia ellos y desde esa visión: es decir, TODOS incluye a mujeres y a grupos vulnerables en razón de género.

La evolución del lenguaje se encamina a sumar conceptos, a incluir ideas, a generar palabras que nutran el diálogo y la comunicación, por lo que el intentar un cambio que sobaje el respeto de todos al uso de esa herramienta, es un símbolo de violencia verbal y no de evolución, porque la evolución es natural y orgánica, no forzada y mecánica.